POR: Édgar Hernández / COLUMNISTA
Octaviano siempre soñó con ser Gobernador de Veracruz.
Desde joven luchó para lograrlo y ya, desde el claustro universitario, dejó entrever su liderazgo. Ya como maestro, ya como abogado brilló y brilló, hasta llamar la atención de la clase política, que en la época de don Fernando Gutiérrez Barrios, fue llamado al servicio público.
Un día, sin embargo, allá por 1989, una desgracia se le atravesó en el camino.
Fue un viernes en la noche cuando marcó su destino al pedir permiso a su jefe, Dante Delgado, para ausentarse de la Secretaría de Gobierno, donde se desempeñaba esperando turno para la diputación, para asistir en compañía de su esposa a un compromiso de carácter social, una boda en Poza Rica.
Rodando en su automóvil sobre la carretera federal, ya cerca de su destino y acompañado de su esposa, cruzó en su camino una vaca. No la pudo evitar. La embistió y la bestia prácticamente salió volando. Para su desgracia cayó en el toldo y con ello aprisionó su cabeza, prácticamente le cayó encima.
Los siguientes 27 años serían muy difíciles al quedar inmóvil del cuello para abajo.
Quedaría parapléjico para el resto de sus días.
Con la inmovilidad y prácticamente confinado a una silla de ruedas, se aferró a lo único sano que le quedaba, su mente brillante.
Así, Octaviano Cruz Tejeda —para sus amigos “Galambao”—, dedicó sus mejores esfuerzos a la asesoría jurídica, a invertir peso a peso a favor de una sociedad transportista en la Mixtequilla, a comprar unos terrenos en la colonia Julio A. Tejeda, en Veracruz y a administrar un rancho y propiedades varias de su papá don Gerardo Cruz.
En ese tránsito le sobrevino el cáncer que finalmente superó… y siguió adelante. Siempre aferrado a la vida. Siempre llenando su mente de sabiduría.
En lo político nunca perdió la amistad con don Fernando. Entrañable su relación con Dante y conservando a su amigo de verdad: Miguel Ángel Yunes Linares.
En lo económico formó un capital digno que siempre derivó a su familia. Y en lo personal siendo un buen hombre, un creyente de Dios, un hombre digno que a pesar de ese dolor de vida que carga, ayuda al prójimo, al desposeído, entregando lo mejor de sí mismo.
Para el Galambao, en medio del infortunio, todo fue muy bien hasta que un mal día se enteró que ya no tenía propiedades, que el rancho de su papá —ya fallecido— no lo era más y que sus terrenitos estaban siendo transferidos a otros dueños.
Es así que el 22 de diciembre de 2014, en la víspera de esa fría Navidad, entabla una demanda, una investigación ministerial, en contra en Notario #4, Juan de Dios Zamora Hernández Jáuregui, quien por cierto en estos días aparece en la lista de los notarios que presuntamente se prestaron a solapar a las empresas ilegales, certificándolas como buenas.
El Notario #4 en complicidad incluso con algunos familiares del Galambao —una hermana enferma de sus facultades mentales, su cuñado y un sobrino— consumaron una serie de medidas que dieron lugar al delito de despojo.
El fedatario, presumiendo respaldo y amistad con Fidel Herrera y Javier Duarte, con quienes tiene fuertes alianzas, se le fue a la yugular al Galambao, atentando contra bienes patrimoniales de una persona que creyó fácil de engatusar.
Sin embargo, con su mente brillante, el Galambao ha luchado de día y noche por defender lo suyo. La Fidelidad, sin embargo, se convirtió en el principal valladar, es la barrera infranqueable que protege al Notario #4, Juan de Dios Zamora Hernández.
Es pues, este notario —pájaro de cuenta— quien a través de argucias legaloides, asesorado por el licenciado Marco Seven Zamudio, “maestro y asesor de Jorge Winkler Ortiz”, relata el Galamabao, quien por la vía del fraude a través de acciones civiles (operaciones notariales) autorizó “donaciones” y venta de las propiedades.
¿Hay mochada en medio?
Es parte del negocio. Es el interés económico que representa por autorizar la ilegalidad.
Hoy la demanda del Galambao, con el paso de los años, vive momentos de alta burocracia que han dado lugar a que este Notario #4, Juan de Dios Zamora Hernández, llegue al grado de argumentar cínicamente que no sólo no hay delito de parte de la institución fedataria que encabeza, sino que “en caso de que se hubiera cometido el delito, este había prescrito”.
El Galambao acudió en años recientes y en repetidas ocasiones a Fidel Herrera y Javier Duarte, nada logró. Hoy, afortunadamente para él, ha enterado al gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares, del grave despojo quien ha le prometido cuando llegue a la magistratura actuar con riguroso apego a la Ley.
El asunto es simple: hay una investigación ministerial 139E/2014 en contra del Notario #4 Juan de Dios y cómplices de parte de Octaviano Cruz, el Galambao. La disputa es por nueve hectáreas cuyo propietario legal es el denunciante, pero que de manera ilegal están vendiendo y donando entre ellos, es decir, en complicidad con el cuñado (José Antonio Sánchez Escalante) y sobrino (José Antonio Samuel Sánchez).
De igual manera “se detectó la existencia de un poder notarial falso”, con el cual han seguido vendiendo propiedades de la familia del Galambao. Por ello en el 2008 se ejerció una acción civil para recuperar el rancho del padre del demandante, luego de cinco años de litigio.
Se acusa asimismo la complicidad del Gobierno, ya que la Ley señala que cuando un Notario es denunciado —como es el caso del Notario #4 Juan de Dios Zamora—, la Fiscalía que encabeza Luis Ángel Bravo Contreras debió dar aviso al Colegio de Notarios y al Archivo General de Notarías para que se formara una Comisión de la Verdad, pero… “dieron por prescrita la querella”, dice con tristeza el Galambao argumentando que en este tipo de demandas no hay prescripción.
El Galambao, sin embargo, no se arruga.
Ya se amparó y obligó jurídicamente al MP a que siguiera investigando. Ha exigido asimismo se “asegure el libro” donde obra el poder falso, pero el Notario #4 ha pedido se archive la investigación que lleva más de un año.
Galambao es un hombre que vive en la medianía. Es un hombre digno. Ir a visitarlo es ir a conocer y reconocer a un hombre que lucha. Casi septuagenario, dependiente de quienes lo aman y ayudan en su supervivencia. En él se percibe el coraje y frustración por la injusticia.
Es el mismo, sin embargo, que aprendió de su madre a luchar en medio de la adversidad, a no dejarse por más imposible que sea la empresa que acometa.
El Notario de marras ha esperado por años que el Galambao muera. Éste se niega. Está hecho de una madera que se llama dignidad, que no la conocen ni Fidel, ni Javier, ni el Notario #4 Juan de Dios —vaya paradoja en el nombre—.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo