Zongolica.- Con flores, música y nostalgia, familias visitaron ayer el cementerio municipal, contaron historias de vida y recordaron los ejemplos de abuelos, padres, hermanos o amigos que descansan en el camposanto y nunca se fueron, porque habitan en el corazón de quienes los amaron.
Desde temprana hora, doña Amalia y sus hijos acudieron a la tumba de su esposo, el abuelo querido, el esposo responsable y el ejemplo de hermano, entre el cempasúchil que le llevaron, destacaba una rosa que siempre debe estar en su tumba, porque fue una promesa que le hizo cuando estaba muriéndose.
“Él nos dejó su gran enseñanza de trabajo, nuestra casa la construyó con su esfuerzo, a pesar de carecer de estudios, sacó adelante a sus hijos, hoy los nietos lo recuerdan con cariño y vienen a visitarlo”, expresó con nostalgia.
Indicó que falleció hace siete años, víctima de un paro cardíaco fulminante, pero a pesar del tiempo que transcurrió, ella siente el mismo dolor que entonces experimentó.
Ayer el camposanto se llenó de vida, aún las tumbas más humildes adquirieron colorido por la variedad de flores que les colocaron, desde la nube, el moco de pavo, rosas y arreglos que les llevaron los familiares que los visitaron, algunos llegaron desde lejos, como Miguel Xocua, quien trabaja en la Ciudad de México, pero viajó hasta el lugar para visitar y estar un rato ante el sepulcro de su madre.
“La jefecita nos decía que a mediodía se regresan las almas y que teníamos que pagar la visita viniendo al panteón, por eso estoy aquí, la distancia no importa cuando quieres ver el lugar donde está enterrada”, comentó.
Mientras en el ambiente se mezclan las notas de los mariachis y grupos norteños que entonan melodías como: Amor Eterno o Puño de Tierra, para los sepulcros en que los familiares pueden pagar sus servicios.
Alimentos
La venta de antojitos empezó desde temprano, aunque hubo quienes llevaron su anafre, cocinaron lo que le gustaba al difunto y compartieron con la familia y conocidos.
La cerveza fue indispensable para contrarrestar los 23 grados de temperatura que se sintieron en la cima del cerro donde se ubica el panteón, pero en muchos de los casos, más que calmar la sed, sirvió para olvidar la pena que les dejó el ser querido.
En tanto que para los pequeños un helado fue suficiente contra el calor que se sintió durante gran parte del Día de Muertos.