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El minutero

Superiberia

DIEZ DE MAYO

“Cuando viniste a este mundo, ella te sostuvo en sus brazos. Tú se lo agradeciste gritando. Cuando tenías un año de edad, ella te alimentaba y te bañaba. Tú se lo agradeciste llorando la noche entera. Cuando tenías dos años, ella te enseñó a caminar. Tú se lo agradeciste huyendo de ella cada vez que te llamaba. Cuando tenías tres años, ella te preparaba el alimento con amor. Tú se lo agradecías tirando el plato en el suelo. Cuando tenías cuatro años ella te dio unos lápices de colores. Tú se lo agradeciste rayando todas las paredes de la casa. Cuando tenías cinco años, ella te vestía para ocasiones especiales. Tú se lo agradecías tirándote al suelo y enlodando la ropa.

 Cuando tenías seis años, ella te llevó a la escuela. Tú se lo agradeciste gritándole: ¡No quiero ir! Cuando tenías siete años, ella te regaló una pelota. Tú se lo agradeciste rompiendo objetos dentro de la casa y pateándola contra la ventana del vecino. Cuando tenías nueve años, ella te pagó unas clases de música. Tú se lo agradeciste nunca practicando y no aprendiendo nada. Cuando tenías diez años, ella te llevaba a todas partes: al gimnasio, al partido de futbol, a fiestas de cumpleaños. Tú se lo agradecías nunca volteando para atrás, ni siquiera para despedirte. Cuando tenías once años ella te llevó a ti y a tus amigos al cine. Tú se lo agradeciste ordenándole que se sentara en otra fila.  

 Cuando tenías doce años, ella te aconsejó que no miraras ciertos programas de la televisión o páginas de internet. Tú esperabas que se fuera de la casa para hacerlo. Cuando tenías 13 años, ella te sugirió un corte de cabello que estaba a la moda. Tú se lo agradeciste diciéndole que ella no tenía gusto ni sabía de moda. Cuando tenías quince años, ella llegaba de trabajar y quería darte un abrazo. Tú se lo agradecías cerrando con llave la puerta de tu habitación para que no entrara a molestarte. Cuando tenías 16 años, ella te enseñó a manejar su coche. Tu se lo agradeciste usándolo cada vez que querías y en algunas veces, chocándolo.

Cuando tenías 17 años, ella  te sugirió algunas carreras universitarias. Tú se lo agradeciste diciéndole: “no quiero ser como tú”. Cuando tenías 18 años, ella lloró en tu fiesta de graduación del bachillerato. Tú se lo agradeciste olvidándote de ella y emborrachándote hasta perder el conocimiento. Cuando tenías 19 años, ella pagó tu cuota de inscripción a la universidad, te llevó en coche hasta el campus y cargó tus cosas. Tú se lo agradeciste diciéndole adiós afuera del edificio para que tus amigos no la vieran contigo y no te sintieras avergonzado frente a ellos.

 Cuando tenías 20 años, ella te preguntó si estabas saliendo con alguien. Tu se lo agradeciste con la frase: ¡A ti no te importa eso! Cuando tenías 22 años, ella te abrazó llorando en tu fiesta de graduación universitaria. Tú se lo agradeciste pidiéndole que te pagara un viaje para festejar. Cuando tenías 23 años, ella te dio algunos muebles para tu primer departamento. Tú se lo agradeciste diciéndoles a tus amigos que eran muebles horribles pero que no tuviste otra opción que aceptarlos “para que no se enojara la vieja”. Cuando tenías 24 años, ella conoció a tu novia y le preguntó sobre sus planes a futuro. Tú se lo agradeciste con una mirada feroz y le gritaste: ¡Cállate!. Cuando tenías 27 años ella te ayudó a pagar los gastos de la boda y llorando te dijo que te amaba muchísimo. Tú se lo agradeciste mudándote lejos para evitar que te visitara con frecuencia.

 Cuando tenías 30 años, ella te sugirió algunos consejos para cuidar al bebé. Tú se lo agradeciste aclarándole que las cosas eran diferentes a las de su tiempo y los hijos se criaban de manera distinta. Cuando tenías 40 años, ella te llamó para recordarte el cumpleaños de tu papá. Tú se lo agradeciste diciéndole que estabas muy ocupado y que no tenías tiempo para ir a verlos. Cuando tenías 50 años, ella enfermó y necesitó que la cuidaras. Tú se lo agradeciste poniendo mil pretextos y quejándote con tu esposa sobre la carga que representan los padres hacia los hijos. Incluso sacaste el tema de buscar un asilo para ancianos.

 De repente, un día… ella silenciosamente murió y todas las cosas que nunca hiciste cayeron sobre ti como un trueno. Todo lo que no le agradeciste ni siquiera con una palabra vino como un remolino en tu cabeza y te diste cuenta que no le dedicaste el tiempo suficiente a la persona que más te amó”… Va este poema-reflexión en este Día de las Madres. Una felicitación para todas las mamás, lectoras y no lectoras, así como colaboradoras de El Buen Tono. A los hijos que son privilegiados con tener a su madre a un lado: festéjenlas, abrácenlas, consiéntalas y cuídenlas, dedíquenles tiempo, pues es una bendición que ellas estén físicamente aquí.

 

EL CHARRO ATREVIDO

Durante las últimas dos décadas ha mantenido el feudo en que convirtió a la Federación Estatal de Sindicatos y Asociaciones de Personal Académico de la Universidad Veracruzana (FESAPAUV) por el cacicazgo para conservar la dirigencia sindical y hacer negocios con el dinero gremial. El sexenio de la fidelidad,  Enrique Levet Gorozpe además de mantener la dirigencia del FESAPAUV, fue impuesto como diputado local por la vía plurinominal -es decir, sin hacer campaña y sin ser electo, sólo llegó a cobrar su quincena al Congreso local-. También logró extender los beneficios a sus dos vástagos. Al hijo mayor lo colocó en un cargo directivo en el Instituto de Pensiones del Estado (IPE), se convirtió en  titular una notaría pública y además lo hizo catedrático en la Facultad de Ciencias de la Comunicación. 

 En tanto, a la hija le creó una empresa que se convirtió en proveedora de las cafeterías de varias facultades de la UV pese a que su profesión es enfermera. El señor consideró que colocar vendas y poner inyecciones no era algo digno para su heredera y por arte de magia –negra- la transformó en empresaria sin licitaciones ni concursos de por medio. Ahora Levet Gorozpe se lanza en pos de otro sueño: la rectoría universitaria. ¡Como si tuviera el perfil para dirigir una casa de estudios!. Bien señala el refrán que “la ignorancia es osada” y ese atrevimiento lo luce perfectamente el charro sindical de los maestros. Nunca ha estado  al frente de un aula, tampoco es conocido por generar conocimiento, menos por enarbolar investigaciones científicas ni por administrar el quehacer pedagógico -lo único que ha administrado son las cuotas sindicales y los negocios al amparo de ellas-.

 Pero eso no ha frenado sus ansias locas y en las últimas semanas Levet se ha dedicado a una especie de precampaña y concede entrevistas promocionales diciendo que “está listo”, que “no se descarta”, que “espera los tiempos”, que la UV  necesita “cartas nuevas” y que “tiene el respaldo” de los catedráticos. Todo como si la rectoría fuera un cargo de elección popular  y la grilla un  trampolín para alcanzarlo. El señor sueña que la luna es de queso y que se la comerá toda.  Habrá que imaginarse el futuro de la Universidad Veracruzana en manos de tan diestro personaje. Es la escala aldeana de las aspiraciones de Elba Esther Gordillo, ex dirigente del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE) que siempre quiso ser secretaria de Educación cuando en la realidad era una analfabeta funcional, y de las peores.

 Carente de experiencia pedagógica y de capacidad intelectual pretende estar al frente de una institución que requiere urgentemente recuperar su brillo perdido en todas las áreas.  Hoy la UV atraviesa una de las etapas más delicadas de su historia tanto en materia educativa como de investigación y financiera. Tras casi dos décadas de que fue secuestrada por el llamado “Cartel de las Lomas” dirigido por Víctor Arredondo Álvarez y Raúl Arias Lovillo, la casa de estudios ha ido cuesta abajo. La universidad cayó en la escala nacional e internacional como institución confiable para los estudiantes, su prestigio se desdoró, no produce investigadores ni investigación y su calidad académica está por los suelos según las mediciones respectivas.

 De ahí que la sola idea de meter a Enrique Levet Gorozpe en la terna de aspirantes y que su nombre fuera barajado por la Junta de Gobierno, confirmaría que la Universidad Veracruzana ha tocado fondo. No podría llegar más abajo. Afortunadamente hay integrantes de la misma Junta de Gobierno que vetarían su candidatura porque no pasará el tamiz académico. De la misma forma se duda que desde Palacio de Gobierno lo respalden en dicha fantasía. No hay que olvidar que el dirigente del FESAPAUV todavía debe pagar una de las afrentas hechas al gobernador Javier Duarte de Ochoa cuando éste todavía no era ni siquiera candidato a la gubernatura y era blanco constante de la sorna pues Levet Gorozpe quien se reía cada vez que lo mencionaban como aspirante del tricolor. 

 La burla más sonada sucedió a inicios del 2010 en una cena donde coincidieron tanto el exgobernante estatal, el innombrable, como el actual rector, Arias Lovillo. Allí, se anunció que el posible candidato del PRI sería el entonces titular de la Secretaría de Finanzas y Planeación, Duarte de Ochoa. Al oír eso, Levet soltó la carcajada y le comentó divertido al innombrable: “Ya hablando en serio, señor gobernador, díganos quién es el bueno para la gubernatura”.  Las palabras condenan a los hombres, dice un viejo adagio persa, y los testigos de las risas del líder magisterial consideran que éstas tendrán forzosamente un costo y  será que Levet no tiene cara para solicitar al mandatario estatal su respaldo en la búsqueda del siguiente negocio: la rectoría de la UV. Ni modo.

  

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