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Se extinguen varios oficios

Superiberia

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Cd. Mendoza.-  Según datos de la Fonoteca Nacional, los sonidos de los oficios como el afilador, organillero, mecanógrafa, globero, zapatero, entre otros, están en peligro de extinción, también es el caso del obrero de las fábricas textiles.

En el municipio, un sonido peculiar y que no volverá a sonar, es el silbato de la fábrica Santa Rosa, Compañía Industrial Veracruzana, Sociedad Anónima (Civsa), que fue distintivo, como el de todo el corredor industrial de finales del Siglo XIX y más de la mitad del XX.

La fábrica, que inauguró el presidente Porfirio Díaz, el 15 de mayo de 1896, constituyó el corazón de la Villa de Santa Rosa, que en 1933 logró el rango de Ciudad y tomó el nombre del general maderista Camerino Z. Mendoza, asesinado el 8 de marzo de 1933 junto con un grupo de obreros textiles que le seguían.

El departamento de Calderas era al mismo tiempo el centro de la fábrica, ahí se encendían las turbinas que hacían funcionar la industria, así lo recuerda el señor Tenorio Tobón Calixto, quien entró a trabajar a la Civsa en 1947 a los 15 años de edad, según relata.

“Mi papá trabajaba en turbinas y me metió a la factoría, primero estuve en talleres, luego me quedé en Calderas, ahí hacia yo el reporte del consumo de vapor, de agua y gas; se sonaba el silbato en la mañana y tarde”, recordó el exobrero que ahora tiene ya 84 años de edad.

El característico silbato que hacían sonar desde el centro de la Civsa, despertaba a los obreros y a sus familias a las 06:30 horas, luego repetía su sonido a las 06:45, como aviso para la entrada a trabajar, porque se abría el acceso al lugar, para que a las 07:00 horas ya estuvieran todos en sus puestos de labor.

Finalmente volvía a cumplir su cometido a las 15:00 horas, cuando salía el primer turno y era la entrada del segundo, a esa hora de la tarde, también era señal para las familias mendocinas de la hora de la comida, porque llegaban los obreros a sus hogares para convivir con sus esposas e hijos.

Apagón

El señor Tenorio Tobón Calixto en el año de 1991, cuando estalló la huelga que el pasado 26 de septiembre cumplió un cuarto de Siglo, fue quien apagó las calderas en solidaridad con los 56 trabajadores que fueron despedidos y cuando más de 400 operarios colocaron las banderas rojinegras.

“No volvió a sonar, yo apagué la fábrica, no encendí las calderas a las 06:15 de la mañana, el 19 de agosto de 1991, llegó Cuevas, era el gerente de la empresa, le dije: “no hay silbato ahora, estoy con mis compañeros”, recordó con nostalgia el exobrero.

En el departamento de Calderas eran nueve los que prestaban sus servicios en el año de 1991, el señor Tenorio tenía 58 años de edad y le faltaban dos para jubilarse.

“Me siento mal, soy diabético, fui 32 años el operador de las calderas de la Civsa, cuando yo entré a trabajar eran cerca de 2 mil obreros, los departamentos estaban llenos, había mucha actividad, era una empresa francesa, por eso tiene el gallo como símbolo; el 14 de julio, día de la Revolución en Francia, colocaban su bandera a toda asta”, narró en entrevista realizada en el salón de Jubilados, Viudas y Pensionados.

Recordó que el día 15 de septiembre en la noche, durante los Festejos Patrios, la empresa les ordenaba a la hora que los presidentes municipales daban el tradicional Grito de Independencia a las 23:00 horas, sonar el silbato de la fábrica.  

“A veces extraño su sonido, siento feo”, expresó con lágrimas y voz entrecortada por el recuerdo.

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