Zongolica.- Caminar largos tramos, limitaciones económicas en sus hogares y problemas propios de su edad, son los obstáculos que deben sortear los alumnos de bachillerato en la Sierra; porque salir de la pobreza no es cuestión de suerte, sino de esfuerzo y dedicación, que pocos pueden lograr ante las carencias que enfrentan todos los días.
Lejanía
“Tenemos alumnos que viajan dos horas para llegar al plantel, lo que significa que se levantan a las 04:00 horas para bañarse y arreglarse, algunos solicitan a los automovilistas que circulan por la carretera que les hagan el favor de acercarlos a su escuela”, expresó el coordinador del Telebachillerato de Comalapa, ubicada a unos 40 minutos de la cabecera municipal, José Manuel Lara Campos.
Añadió que otros jóvenes se transportan apretujados en las unidades mixtas rurales que dan servicio a su máxima capacidad y casi siempre la rebasan, “se acomodan como pueden en la cabina y batea, arriesgándose para acudir a sus clases diarias y aprender lo más que se pueda”.
Destacó que en esas circunstancias se puede conocer a quienes tienen verdaderos deseos de estudiar y a los que sólo llegan por cumplirle a sus padres, que son los menos.
Manifestó que los estudiantes que salen de madrugada de sus hogares, observan cada día cómo dejan atrás lugares alejados como Yoloxochio o Vicente Guerrero, para rehacer el camino por la tarde, ya más tranquilos, “otra vez transitan por las carreteras una o dos horas, hasta llegar a la parada donde deben descender, cuando ya empieza a obscurecer en la zona”.
Embarazos
El profesor indicó que la incidencia de embarazos es otro aspecto que debe contemplarse, aunque su frecuencia entre las jovencitas disminuyó en los ciclos recientes, pero es variable, porque registran períodos en que se presentan hasta cinco estudiantes que esperan un hijo.
Tan sólo en el Ciclo Escolar 2015-2016, hubo dos menores que resultaron con esa situación, una de ellas culminó su preparatoria, mientras la otra se unió al padre del producto y abandonó su preparación académica.
Precisó que para orientar a las adolescentes, se apoyan en los médicos de la clínica del lugar, a fin de asesorarles sobre la forma de prevenir dichas responsabilidades en esa etapa de su vida, “les explicamos la importancia de continuar sus estudios y obtener un mayor grado académico, que les puede significar una vida mejor a la que tienen actualmente con sus familias o en las comunidades de residencia”.
Deserción
Sumado al problema anterior, se encuentra la deserción escolar que alcanza hasta 12 jóvenes por ciclo, número que representa de manera anual un 15 por ciento en relación con los educandos de nuevo ingreso y los de ciclos posteriores.
“Desafortunadamente no podemos erradicar la deserción, unos años son 12 chicos, otros son seis, pero siempre hay bajas en la matrícula; el pago del pasaje, por ejemplo, provoca que algunos acudan un día sí y otro no”, mencionó la fuente.
Añadió que tienen a madres de familia que carecen del recurso para enviarles a sus hijos a diario, también les afecta la saturación en el albergue a donde llegan desde las 10 comunidades que atienden, pero los mismos encargados les dicen que ya no es posible recibir a más personas.
Quien lleva 10 años como Director de la Institución, habló con preocupación de la situación y de la necesidad de apoyos.
Ante esta circunstancia, quienes ya no encuentran espacio en el albergue, buscan una casa familiar que los reciba en algún lugar cercano, pero cuando no logran conseguir hospedaje, sólo les queda viajar y vuelve el problema del gasto diario.
Respecto al apoyo de los padres, la respuesta es: “En su mayoría están al pendiente de sus hijos”. En ese sentido, lo incierto se presenta por la falta de alguno de ellos que trabaja en Estados Unidos o en otro lugar, y están bajo el mando de algún familiar.
Lara Campos, cambia su semblante de preocupación que mostró mientras compartió las carencias de sus “chamacos” como se refiere a ellos, para afirmar que el estudiante de la zona rural le hecha ganas a su preparación estudiantil en todo momento.
“Hay jóvenes que se esforzaron desde que estaban en estas aulas y ahora trabajan en alguna profesión, son egresados de la Universidad Veracruzana, de la UNAM, del Tecnológico de Zongolica o de la UPAV, algunos por diversas causas no concluyeron su educación superior, pero son hombres de bien”, destacó el docente.