Para que todo sea bello en el país, ahora falta que los bancos reduzcan las tasas de interés que cobran por los créditos que otorgan, a la vez que aumentan las que pagan a quienes tienen su dinero ahorrado o depositado. Así, quedará redondeada la reforma financiera que ayer fue anunciada por el presidente de la República, en plena reconciliación y romance con los más grandes partidos políticos.
Inevitable, que las notas de la prensa mundial mencionen a Veracruz como el embarazoso resbalón que casi acaba con el noviazgo. Superada la crisis, las tres principales fuerzas políticas reactivaron el Pacto por México y presentaron la llamada reforma financiera, que refuerza las garantías jurídicas para los créditos, incentiva a los bancos para que otorguen mayores créditos a más bajo costo e introduce nuevas reglas de competencia en el sistema financiero.
Esto significa que el proyecto gubernamental pretende abaratar los créditos para las familias, así como para empresas pequeñas y medianas, aunque el secretario de Hacienda fue claro al indicar que no serán bajadas las tasas por decreto, sino que sólo se trata de incentivar la concesión de préstamos. (Actualmente, las tasas de interés de México son más altas que las de países como Estados Unidos o Brasil).
El dirigente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Zambrano, sintetizó las condiciones de la banca, al decir que “en México no existe una banca nacional como tal. La pública presta en peores condiciones que la comercial y tan solo cinco instituciones financieras controlan el mercado financiero”.
Con esta son tres las áreas que el régimen ha reformado. Primero fue la de educación y luego la de telecomunicaciones, pero la que realmente es prioritaria para la administración Peña Nieto es la energética, según la percepción de observadores y analistas, dentro y fuera del país.
Y es que según los criterios del sistema, además de la reforma fiscal, la falta de apertura al capital privado en la industria petrolera es uno de las trabas que impiden el desarrollo del país.
Estados Unidos da brincos de gusto ante esta posibilidad, porque según estimaciones de su Administración de Información Energética, dadas a conocer por The Washington Post y reproducidas por El Economista, los depósitos mexicanos de gas ocupan la cuarta posición a nivel mundial, con el potencial de proveer energía a bajo costo por décadas, lo cual se convierte en un incentivo para trasladar inversiones a México en vez de llevarlas a países como China.
El gran problema al que se enfrenta la apertura de Pemex es la cuestión histórica. La reforma energética implica cambiar la Constitución, y para eso tiene que superarse el anclaje en una etapa de la historia que más enorgullece a los mexicanos, que es la expropiación, cuando el patriota presidente Lázaro Cárdenas arrebató el oro negro de manos de los abusivos extranjeros, que no sólo lo detentaban, sino que nos trataban como esclavos.
Así que, rebasado el escollo Veracruz y avanzados en la reforma financiera, será en el otoño cuando se ponga a prueba el buen estado del Pacto por México, porque será entonces cuando se presenten y debatan la reforma fiscal y la reforma energética, los verdaderos ejes en que el régimen finca sus proyectos para la transformación del país.
Temas misceláneos
Ayer consignábamos en este espacio un nuevo ataque a la libertad de expresión por parte de la policía del estado, en Coatzacoalcos. El caso que refieren los medios hoy tuvo lugar en Alvarado, donde policías detuvieron a voceadoras del diario Gráfico de la Cuenca, las llevaron detenidas a la comandancia y las despojaron de los ejemplares con los que se ganan la vida, además de amenazarlas y prohibirles que anduvieran ejerciendo su trabajo.
Aparentemente lo que molestó a los represores genízaros fue información relacionada con la alcaldesa Sara Luz Herrera Cano.