Fortín.- Antorcha Campesina tiene muchas facetas, pero la más visible, es la de formar colonias irregulares en contubernio con autoridades corruptas, que lucran electoralmente con estos grupos. Así, Antorcha y sus líderes se convierten en “fraccionadores” irregulares.
Presionando a los gobernantes u ofreciendo votos, logran que estos les regalen terrenos en zonas urbanas o incluso en reservas territoriales de los municipios.
El líder, entonces, toma posesión de los terrenos regalados e instala en ellos a sus agremiados, sin ningún tipo de servicio (seguridad, luz, agua o drenaje). Son verdaderos paracaidistas que rompen con la tranquilidad, la seguridad, la paz social y provocan que las zonas en donde se instalan pierdan valor económico.
Por esos lotes, el líder cobra cuotas y exige “faenas” dominicales. Finalmente, les vende los terrenos
—que le fueron regalados por el Gobierno— para que puedan ser escriturados. Pero antes de eso, durante años, la colonia crece como un asentamiento irregular, sin ningún tipo de trazo oficial, sin areas verdes, sin planta de tratamiento, sin ningún servicio. La misma presión y los acuerdos de los líderes con el Gobierno del Estado, hace que les construyan accesos a la colonia —incluso pavimentados— sin ningún costo, todo gratis.
Ya operando la colonia irregular, los “colonos” son utilizados por el líder para presionar a las autoridades municipales, con manifestaciones, marchas y bloqueos, a fin de obtener los servicios básicos
Incapaces de confrontar a estos grupos, los alcaldes corruptos ceden y comienzan a introducir los servicios: calles, banquetas, agua, drenaje, todo gratis, esperando a cambio “apoyo político” del grupo y, por supuesto, votos a favor de algún partido politico.
La misma presión hace al Gobierno Federal. Así consiguen que la Comisión Federal de Electricidad les conecte la energía eléctrica y tienda redes en calles y en todas las viviendas —generalmente de madera, carton, plástico y, en algunos casos, de mampostería—.
Mientras tanto, los vecinos a estas colonias, ven como la plusvalía de sus terrenos y sus casas se “va al suelo”, entre otras muchas molestias. Todo por la corrupción de los líderes y gobernantes, incapaces de defender los intereses de la población que, con sus impuestos, con su trabajo, luchan diariamente por el desarrollo de sus ciudades.