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El negocio de la mendicidad

Superiberia

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Córdoba. – La comodidad de recibir dinero sin realizar ningún esfuerzo, se ha convertido en una práctica cada vez más recurrente. Relatos de migrantes, familiares fallecidos, problemas de salud, drogadicción, son parte de las historias a las que los falsos “limosneros” recurren para obtener una moneda de la gente que los ve pasar.

ENTRE MÁS CONMOVEDOR, MÁS DINERO

Aunque no hay evidencias del promedio de recursos que llegan a generar ante la lastima de la gente, se estima que las ganancias de un limosnero llegan a ser desde los 300 hasta los mil pesos al día. Aunque el éxito de la colecta, depende al 100 por ciento de lo desafortunado y lamentable de su historia, así como de su apariencia, cuando se trata de un supuesto caso de enfermedad.

Tan sólo en el primer cuadro de la ciudad, se llegan a contabilizar hasta cuatro casos de personas “enfermas” o con discapacidad pidiendo dinero. Uno de los casos más llamativos, ha sido el de un sujeto que, según algunos comerciantes, responde al nombre de Luis, a diario arriba al atrio de la Catedral de la Inmaculada o en la zona del mercado Revolución, donde se sienta por largas horas a gemir, para llamar la atención ante una supuesta enfermedad que le impide hablar.

Sin embargo, una vez que termina su jornada diaria, se le ve transitar por las calles fumando o hasta ingiriendo bebidas embriagantes. Como él, decenas de personas han encontrado en la estafa un modus vivendi.

ES MEJOR PEDIR UNA MONEDA QUE ANDAR ROBANDO

En los últimos meses, las personas que antes veían en la música un modo de obtener una moneda en las unidades del Transporte Público, han sido desplazadas por los “luchadores” antidrogas. Se trata de un grupo de personas, principalmente varones, que abordan las unidades para contar una historia de sobrevivencia a las drogas.

El discurso, en la mayoría de los casos es el mismo: “Antes me drogaba, perdí a mi familia, mis hijos… gracias al apoyo del grupo pude salir adelante, pero en ningún lado me dan chamba, por eso es mejor subir a venderle un dulce que andar robando”.

FINGEN LIMITACIONES

Las discapacidades o limitaciones físicas también se han convertido en un medio para obtener la lástima de la gente, cuando no se sufre de la pérdida de una extremidad, se padece alguna enfermedad.

     Casos deplorables de adultos con problemas por diálisis, posturas encorvadas, bastones, entre otros, hacen que las personas se compadezcan y les den una moneda para ayudarse en sus limitaciones.

Hace un par de meses, una denuncia anónima dejó en evidencia el engaño que un limosnero realizaba a la población que circulaba sobre el bulevar Córdoba-Fortín. Se trató de un joven que fingía no tener brazos. La mentira fue descubierta al momento de que se retiraba del lugar, y que al alejarse sacó ambas extremidades de entre sus ropas.

NIÑOS, OTRO MEDIO

El negocio lucrativo de la mendicidad, también ha afectado a los niños. Aunque el DIF municipal, contempla estos casos como acompañantes de los padres, son utilizados como el medio para generar recursos.

Desde lactantes hasta niños de tres años, permanecen largas horas postrados sobre el regazo de quienes se presume son sus madres, mientras esperan que la gente les regale una moneda.

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