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Lisandro, en la orfandad

Superiberia

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Coscomatepec.- “Quién diría que eso iba a pasar”, aún con la mirada perdida, Rufina Hernández, madre de Agustín Gilbón y suegra de Virginia Delgado y abuela de Sebastián Gilbón Delgado, quienes perdieran la vida al ser sepultados por el reblandecimiento de la tierra a consecuencia de las lluvias de la Tormenta Tropical Earl, permanece incrédula ante la noticia de la muerte de su familia.

Aunque ya han pasado casi tres semanas del lamentable suceso, para Rufina, la inesperada muerte de su familia es un duro golpe, del cual no ha logrado sobreponerse.

“Ese día no me fui con mi sobrina a lavar la ropa, Dios me detuvo para que no me fuera y tomara los sustos en el momento”. Justo un día antes del suceso, su sobrina le habría llamado para pedirle ayuda en el lavado de ropa, aunque dijo haber aceptado, “me entró una flojera muy fuerte y no me fui”.

LA TERRIBLE NOTICIA

La madrugada del pasado sábado 6 de agosto, las fuertes lluvias que trajo consigo la Tormenta Tropical Earl, ocasionaron un reblandecimiento de la tierra en la parte serrana de Coscomatepec, precisamente en la comunidad de Tamazolapa  -se encuentra en medio del cerro a menos de 30 minutos de la cabecera municipal-.

El alud de lodo y piedras, cayó sobre una vivienda ubicada en una pequeña colina, en su interior se encontraba descansando la familia de Lisandro, siendo el único sobreviviente.

Tras el derrumbe quedaron sepultados inmediatamente, pese a los esfuerzos de los habitantes por rescatarlos, fue imposible, sólo Lisandro pudo salir del lugar, debido a que quedó en un espacio poco obstruido.

Desde ese momento quedó bajo el resguardo y cuidado de su abuela, quien con la ayuda de su otro hijo, Jacinto Gilbón Hernández, le mantienen seguro. Aunque saben, que su compañía no suplirá la falta de sus padres y su hermano.

EL DOLOR SE MANTIENE

Con el apoyo de sus vecinos y amigos de la comunidad, se construyó un pequeño cuarto a un costado de la capilla de la zona, donde habitan actualmente. Sin embargo, y a pesar de la ayuda constante, los estragos de Earl no permiten recuperar su vida habitual, pues debajo de la tierra no sólo se quedaron sus seres queridos, también sus pertenencias, ropa y cobijas, lo poco que se logró rescatar mantiene las manchas de  lodo.“Tenía apenas como medio año que le compraron su cama y un cobertor bien acolchado para que durmiera mi niño. No he podido lavar la ropa, está toda mojada y llena de lodo”, explicó.

IGNORADOS

Aun cuando cuentan con el apoyo de la comunidad, ninguna de las autoridades locales ni mucho menos estatales se han acercado para ofrecer algún tipo de apoyo. El mayor de los temores de Rufina, es que los 950 pesos bimestrales que recibe como parte del programa Prospera, no son suficientes para mantenerlos a ambos, mucho menos ahora que tuvo que renunciar a su trabajo como ayudante de la limpieza con su sobrina, pues no hay quién cuide de Lisandro, sin embargo, confió que “se tocarán el corazón”.

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