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La justicia al servicio de la perversidad

Superiberia

La liberación del general Tomás Ángeles Dauahare significa sin duda el fracaso total y absoluto de la estrategia de Felipe Calderón en contra del crimen organizado. Desde el michoacanazo, que llevó a la cárcel a 11 presidentes municipales y 16 funcionarios del gobierno estatal, hoy todos libres, pasando por Noé Ramírez Mandujano, ex subprocurador de la entonces SIEDO, liberado el lunes 15 de abril, los grandes golpes mediáticos en contra de funcionarios de alto nivel, presuntamente involucrados con el crimen organizado y señalados por el testigo protegido Jennifer, fueron un engaño. La gran duda que urge se despeje es si es resultado de la incompetencia o de la perversidad política para utilizar a la justicia como un elemento de revancha.

En esas condiciones no se puede ganar ninguna guerra en contra del crimen organizado. Si todas las acciones encaminadas a acotar la actuación y la operación del narco desde el interior del gobierno, que facilita operaciones y da pitazos efectivos, fracasó, toda la estrategia también.

No es posible sacar a las calles a policías federales, a militares y marinos a matarse a balazos con los sicarios y por el otro lado no cerrar la pinza y  debilitar sus nexos con elementos corruptos de gobierno. En estos términos el fracaso estaba garantizado. Se puede matar a todos  los sicarios que se encuentran en la calle. Pero en un país con pobreza y necesidades aberrantes, en el cual le hemos arrancado las esperanzas y el futuro a millones de jóvenes, reclutar más tan sólo depende de ponerles cinco mil pesos y una AK-47 en la mano. Muchos de ellos están conscientes de que el país quedó convertido en una gran agencia funeraria gracias al gobierno calderonista y que de vivir poco, por lo menos lo van a hacer al límite. Así que la violencia se debe de atacar de sus raíces, de la pobreza y de la falta de educación y oportunidades. De otra forma nunca se terminará esta espiral que tanto está lastimando a las familias y al desarrollo mismo de México.

Entrevistando al general Tomás Ángeles, me decía que lo que más había extrañado eran sus nietos. Le urgía verlos, abrazarlos y compartir sus sonrisas. Que era un motivo de vergüenza que lo vieran en la cárcel y privado de su libertad. Que de la comida también le hacía falta todo, desde sal hasta picante. Porque en el encierro se carece de todo. Condiciones muy duras, me decía. Pero que es un sistema equivocado porque no lleva a la rehabilitación de los encarcelados. Que ayuda al odio y a la radicalización de la violencia. ¿Quién le va a pagar al general 11 meses sin ver la sonrisa de sus nietos? ¿Quién le va a pagar al general el desprestigio y la vergüenza? ¿Quién le va a pagar a los mexicanos tanta sangre y tanto engaño?

Platicando con un amigo cercano del general, me decía que cuando entró en situación de retiro, le había ofrecido una asesoría que estaba dotada de no mucho dinero. Cerca de los 20 mil pesos y que no había quincena que no estuviera puntual a cobrar. Y nadie que tenga nexos con el narco corre por  una cantidad que apenas paga una de las lujosas comidas del crimen organizado. Cosas que no creo desconocieran sus captores y quienes  integraron la averiguación previa.

En México, 98.5% de los delitos que se cometen no tienen sentencia condenatoria. Eso refleja que uno de los grandes problemas para acotar la violencia es la impunidad. Y si los delincuentes están más tranquilos delinquiendo que usted caminando por las calles, el asunto no tiene solución ni pronta ni viable. Pero es más grave aún la utilización política de la justicia. La pena y la justicia tienen un carácter disuasivo, y mientras se utilice para arreglar afrentas personales, fracasaremos en toda lucha y aun más en la viabilidad del país.

En otro orden de ideas, el atentado perpetrado por los hermanos Tsarnáyev vuelve a desatar la sicosis estadunidense sobre atentados terroristas en el territorio de la Unión Americana. Irresponsable el FBI que dio a conocer pormenores como la fabricación con una olla exprés de los aparatos explosivos, cosa que puede desatar la fértil imaginación de alguno de los muchos locos que viven en nuestro vecino del norte. Pero sin duda son simpáticos los estadunidenses. Una omisión del FBI permitió la acción de estos asesinos que conmocionó a la opinión pública, pero por el otro lado, otra de agencias federales permitió un inventario no declarado de amoniaco que ocasionó una explosión con saldo de 35 muertos. El infalible Tío Sam a veces tiene extrañas formas de llorar a sus muertos. Privilegian la intención y no el número. Cosas del primer mundo, supongo.

Sin duda la incursión de Olegario Vázquez Aldir en los medios de comunicación ha sido afortunada y meteórica. Ésta se ha fortalecido con Excélsior, puntal fundamental en esta apuesta mediática. La marca del periódico fundada hace 96 años le ha dado a Grupo Imagen Multimedia una fuerza y cohesión editorial que a la fecha no ha aparecido en otros proyectos de convergencia informativa. Por eso no le debe de perder la pista a Excélsior, pues se trabaja en su reconfiguración, la que por ende dará una nueva cara al periodismo nacional. Un motivo más de orgullo de trabajar en esta casa.

En el estribo.- Hasta dónde puede llegar la perversidad política. Para Morena no existen límites. No obstante que hay un gobernante del Distrito Federal con una aceptación de casi 80% de los gobernados, este movimiento aprovecha cualquier situación para desprestigiarlo en las redes sociales. AMLO prefiere acabar con un candidato viable de ganar una elección en 2018, para seguir soñando con ser Presidente. Dirían los clásicos: es difícil de creer.

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