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Niños con Down no conocen límites

Superiberia

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Córdoba.- Pese a las dificultades que ha representado el enfrentarse a una ciudad que no brinda mucho apoyo a las personas con síndrome de Down, la familia Martínez ha podido salir adelante a base de esfuerzo y trabajo.

De acuerdo con el señor Aristeo, el hecho de tener un hijo con síndrome de Down en esta ciudad implica grandes retos y dificultades, aunque enfatizó que “nada es imposible, si quieres hacerlo, puedes hacerlo”. Y es que su hijo Javier nació con esta condición, la cual no le ha impedido desen
volverse más allá de lo que acreditarían los prejuicios sociales.

Javier es integrante del equipo de fútbol “Los Guerreros de Córdoba”, ha trabajado en lugares como el Ayuntamiento de Fortín, sitio en el que “nunca renegó del trabajo, sino que se fajó y lo hizo porque es entrón y no se rinde”.

Relató que su familia es originaria de la Ciudad de México y que por diversas razones llegaron a Córdoba hace 11 años, luego de haber pasado también por Puebla. Recordó que como ingeniero químico, en la gran urbe, él se dedicaba a la preparación de productos para la industria automotriz.

Por otro lado, destacó que antes de llegar a esta ciudad se había encontrado con diversas instituciones que le dan a sus estudiantes una formación suficientemente fuerte para ayudarlos a mejorar y volverlos más útiles a la sociedad, sin embargo, al llegar aquí no pudieron encontrar la misma clase de apoyo, pese a la existencia de una fundación destinada a atender niños con esta condición.

Acusó que en la escuela de dicha fundación, los maestros no trabajan ahí con una verdadera vocación por ayudar a otros, sino que sólo se dedican a cubrir una currícula con la que luego puedan darle caché a su propio currículum. Puntualizó que esto lo notó cuando vio que “los jóvenes de ciertas edades en la institución cordobesa no sabían leer, cuando aquellos que habían estudiado en instituciones de la ciudad de México sí eran capaces de hacerlo de corrido y luego se justificaban diciendo que era porque integraban el programa de aprendizaje español”.

Actualmente, el señor Martínez ayuda a su hijo a desarrollar su habilidad con el manejo de papel periódico. Apuntó que todo empezó un día, hace ya tres años, cuando su hijo Javier comenzó a enrollar por su propia cuenta hojas de periódico, para luego aplanarlos y hacer círculos con ellos.

Recordó que luego de que su hijo llenara una bolsa grande con estos aros de papel enrollado, alguien les sugirió que lo aprovecharan de alguna manera y de ahí comenzaron a hacer canastas, que al ser pintadas y barnizadas tienen una textura rígida y resistente. Acotó que pasaron un tiempo haciendo trabajos de esta clase hasta que hace tres meses se unieron al mercado de artesanos “Manos Cordobesas”, lugar en el que durante el mes de diciembre tuvieron un gran éxito en las ventas de sus artesanías, que ya no eran sólo canastas sino adornos de todo tipo.

Señaló que actualmente, ayuda a su hijo a desarrollar su potencial mediante la realización de sus obras a lo largo de la semana y a la venta de las mismas los domingos. Puntualizó que el dinero obtenido de estas ventas se divide entre lo que se requiere para conseguir los materiales para volver a trabajar sus obras y que de ahí le da a su hijo la ganancia que le corresponde por su trabajo semanal.

Sin embargo, recalcó también que la crisis económica y los problemas de inseguridad de la región han hecho que haya días en que el negocio “está flojo”.

Pese a todas las dificultades y retos a los que se ha enfrentado, enfatizó que los sacrificios que él y su esposa han realizado por sus hijos han resultado. “Para ellos estamos y uno tiene que estar consciente de que no es eterno y por ello hay que hacer todo lo posible por encaminar a los muchachos, ese es el compromiso que uno tiene como padre”, subrayó.

Opinó que el problema de los chicos con síndrome de Down es que la sociedad los subestima, pero que a pesar de lo que muchos piensan, ellos son entrones y pueden hacer lo mismo que el resto de la gente.

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