Nogales.- El municipio perdió a un gran hombre, por ello ayer las calles se vistieron de luto para recibir el cortejo fúnebre de quien fuera su alcalde, Joel Cebada Bernal, quien dejó de existir el pasado viernes.
Su cuerpo fue escoltado por su esposa, Claudia Cuevas Blas, sus cuatro hijas, amistades y quienes lamentan la pérdida de un ser humano que recorrió cada una de las calles del municipio, ahora no fue a pie, como cuando en campaña, la marcha del triunfo o el cierre de sus actividades proselitistas, pero la misma gente que lo vio y lo apoyó, ayer lo despidió entre aplausos y cantos.
Los ciudadanos al ver pasar sus restos lloraron, se escucharon las porras de: “Sí lo hizo, sí hubo un cambio en Nogales”, y por ello su gente hoy suspira, porque en su recuerdo quedará el trabajo de un hombre que amó al municipio.
En donde fue y seguirá siendo su hogar, velaron su cuerpo, lo despidieron amigos, políticos, funcionarios, compañeros de partido, quienes aún no podían creer la noticia, dieron su pésame a la familia de Joel Cebada Bernal.
El cortejo partió de su vivienda ubicada en calle Reforma en la colonia Barrio Nuevo, en dirección hacia la avenida Juárez, ese mismo camino que a diario recorrió para llegar al Palacio municipal, esta vez fue despacio, tranquilo y sin prisa porque hoy no se le hacía tarde para llegar a su destino.
En el recorrido lo acompañaron familiares, empleados del Ayuntamiento, amigos, conocidos; le abrieron el paso personal de la Delegación de Tránsito, resguardaron su salida hacia la iglesia, taxistas hacían sonar el claxon en señal de despedida, pero sobre todo de agradecimiento por el apoyo que les brindó en vida.
Una pequeña parada se hizo frente al que fuera su segunda casa durante los últimos años, siguió su camino y al paso del recién remodelado parque Hidalgo-Juárez la brisa de la fuente confundía las lágrimas que derramaban quienes apreciaban al Alcalde.
“Ese parque lo remodeló don Joel, mírelo ahí va, cómo es la vida”, lamentaba un anciano que apoyado en un bastón presenció el ingreso del cortejo.
Eleuterio Espinoza
El Buen Tono