Cd. de México.- El puerto ya se ve cerca. Faltan 50 días para Río de Janeiro y México llega a los Juegos Olímpicos con pasajeros poco frecuentes en su tripulación. A este viaje se unieron deportes o disciplinas que no están en la memoria cercana de los aficionados del país. El pasado 5 de junio la costumbre empezó a cambiar.
El voleibol es el ejemplo principal de los nuevos encuentros. Esa tarde, la sexteta varonil selló su participación, 48 años después de aparecer en la duela olímpica por última vez, en aquellos lejanos juegos de México 68.
Por otra parte, en el Campeonato Nacional de Atletismo, en Monterrey, Yvonne Treviño brincó lo suficientemente lejos, como para regresar a México a los Juegos Olímpicos. La última representante nacional en salto largo fue Mercedes Román, también en aquellos Juegos del 68. Yvonne dejó la marca mexicana en 6.70; esa distancia la llevó hasta Brasil.
Casi dos meses antes, hubo otro clasificado inusual para el deporte mexicano, siempre con costumbres más cercanas al boxeo, el taekwondo y los clavados. Nació en Quintana Roo y su nombre es Alberto Álvarez, pero eso no es lo más llamativo de la historia. El 5 de abril de este año, Álvarez se convirtió en el mejor rankeado del mundo en salto triple, y con un salto de 16.99 86 centímetros, se inscribió como el primer mexicano de la historia que saltará tres veces en unos olímpicos.