Día histórico fue la votación del domingo. Más que una lección de democracia, los veracruzanos dieron una lección de dignidad. Y claro, dentro de la misma va implícita la calificación reprobatoria al actual régimen gobernante y un mensaje de exigencia al próximo mandatario para que las cosas cambien de forma real y contundente: que se apacigüe la entidad, que se recompongan las finanzas, que se castigue a los saqueadores y que se reivindique la vida pública de Veracruz.
La mayoría de los veracruzanos no se dejó amedrentar ni tampoco vendió su voto a cambio de minucias. Al contrario, salió a votar pese a las amenazas de violencia y de agresiones personales. Se votó por la alternancia política según el conteo preliminar que efectuó el Organismo Público Local Electoral (OPLE), pues el candidato de la alianza “Unidos para rescatar a Veracruz”, formada por los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), Miguel Ángel Yunes Linares aventaja con una tendencia de 34.79 por ciento.
Esto es 5 puntos de diferencia sobre Héctor Yunes Landa, abanderado de la coalición “Alianza para mejorar Veracruz” integrada por los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Verde Ecologista de México (PVEM), Nueva Alianza (Panal), Alternativa Veracruzana (AVE) y Cardenista (PC), que acopió cuando mucho 30.40 por ciento, mientras que en un tercer lugar quedó el candidato del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Cuitláhuac García Jiménez, con una tendencia de entre 26.48 y 28.20 por ciento, cuando se escribió la columna.
Lo anterior por dos razones, la primera porque es un conteo rápido, no un avance sobre lo que se va acumulando, es decir, es un pronóstico de cómo quedará el conteo final con los respectivos ajustes, pero sin modificaciones sustanciosas. Y en segundo lugar, porque en el caso de dar la vuelta completa a esas cifras –por ejemplo, que Héctor Yunes o Cuitláhuac García suban al primer sitio- sería un escándalo para el Instituto Nacional de Elecciones (INE) por la sospecha de un fraude operado por el mismo árbitro electoral. La clásica “caída del sistema” sería el acabose.
¿Vendrá la batalla en los tribunales? Es obvio, salvo que la ventaja que tiene Yunes Linares se amplíe considerablemente al grado de que los perdedores acepten los resultados. Sin embargo, los números que hasta la media noche del domingo se tenían, confirmaban lo que en este espacio se anticipó, que no habría elección de tercios -o sea empates técnicos- como anticipaban las encuestas difundidas anteriormente y que sería un lección de tres lugares: primero, segundo y tercero.
Además, las cifras indican, como se dijo líneas arriba, que los veracruzanos remontaron las prácticas fraudulentas y las tácticas de miedo. Anoche el OPLE aseguraba que el porcentaje de participación ciudadana fue de 53 por ciento, cuando muchos pronosticaban que sería del 70 por ciento. Pero esto es un indicador importante, ya que se decía que cuando los electores acuden masivamente a las urnas, entonces pierde el partido en el gobierno, pero a decir del OPLE no fue masiva la participación ciudadana.
Entonces, eso significa que se combinó el voto de castigo con el voto útil. Fue un repudio al régimen actual. La gente no votó en contra de Héctor Yunes Landa –el más damnificado en esta contienda- sino en contra del PRI y contra el gobierno en turno. Los comicios fueron un plebiscito calificador y los veracruzanos pusieron fin a 12 años de fidelidad y a 86 años de predominio priista en Veracruz. La entidad era de las pocas en el país que no había registrado una alternancia política y ayer se alcanzó esa estadía de la democracia.
EL SEGUNDO GANADOR
¿Qué otra lectura se desprende de las cifras? Que fueron un fracaso los tres candidatos satélites que participaron, incluido el “independiente” Juan Bueno Torio. Fue dinero gastado en ellos que hacía falta para remediar otras necesidades de los veracruzanos.
Por lo pronto y para resumir, en los comicios para ganador hubo tres categorías: el triunfador de las elecciones, el panista Miguel Ángel Yunes; el perdedor Héctor Yunes Landa y el segundo ganador: Cuitláhuac García Jiménez, junto con el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Ambos son la revelación política de este 2016, no sólo en Veracruz sino a nivel nacional, pues el partido de Andrés Manuel López Obrador ya es la tercera fuerza electoral de México y sus votos captados en las 12 entidades donde se celebraron elecciones son peldaños para el 2018.
El caso de Cuitláhuac García es paradigmático. Hace unos dos años, el candidato de Morena era un completo desconocido en la política electoral. Si bien había participado en algunos movimientos de protesta y se formó bajo el ejemplo de su padre, el exdiputado local Atanasio García, nunca había participado como candidato a ningún cargo electivo. Era un maestro universitario que dedicaba el tiempo libre al activismo político de bajo nivel.
En el 2015 dio la primera sorpresa al ganar la diputación federal por Xalapa Urbano, catapultado también por tres circunstancias: el hartazgo de la ciudanía hacia el PRI, que Xalapa alberga una población educada políticamente y la influencia del tabasqueño López Obrador como factor para atraer sufragios.
En esta elección estatal fue uno de los tres candidatos más votados y por supuesto que García Jiménez tiene futuro político en la entidad. Con el número de sufragios que captó aporta, a la vez, una base de voto duro para los comicios presidenciales del 2018, cuyo candidato será López Obrador. En pocas palabras, García Jiménez es el segundo ganador de las elecciones en Veracruz, pese a los ‘cucharazos’ que dieron a las encuestas, le robó votos al PRI y posicionó a Morena como un real competidor para disputar el primer sitio en los comicios estatales del 2018.
VIOLENCIA, EL INGREDIENTE
Sin duda que la violencia y el clima de terror fueron los ingredientes más negativos de la jornada electoral de ayer domingo. La “ola” de violencia comenzó desde los días previos, cuando por todo el territorio estatal se dieron balaceras, secuestros –’levantones’ en el argot criminal- de personas ligadas a partidos políticos, cabezas humanas arrojadas en lugares públicos con mensajes intimidatorios, bombas molotov contra sedes partidistas y el allanamiento de domicilio de dirigentes y activistas de oposición.
En Córdoba, Medellín de Bravo, Álamo, Xalapa, Coatzacoalcos, Papantla, Poza Rica, Emiliano Zapata y Tantoyuca, se dieron los casos más graves, que fueron desde balaceras en plena vía pública y cerca de los sitios de votación, hasta vehículos incendiados y amagos directos a los votantes. Todo eso fue calificado como “rumores” por parte del secretario general de Gobierno, el oaxaqueño Flavino Ríos, pero es evidente que hubo permisividad para ello e incluso que las corporaciones estatales, principalmente las policíacas y de Tránsito, que se utilizaron para amedrentar a los opositores como parte de la estratagema de miedo y terror.
Además, a través de llamadas telefónicas se intentó intimidar a la ciudadanía para que no acudiera a votar. Un personaje que se identificaba como el “Comandante Cobra” lanzaba amenazas de muerte a los ciudadanos si acudían a sufragar, mientras que en las redes sociales también circularon advertencias similares. Eso hizo que la contienda electoral en Veracruz fuera una de las más sucias y tenebrosas del país y de los últimos años. Una lección de lo que nunca más debe suceder, los veracruzanos no se merecen esa calamidad y por eso, se repite, que en el voto útil depositado en las urnas está incluida la exigencia para dignificar el quehacer político.
LA ADUANA PARA EL 2018
Se ha dicho que Veracruz es una especie de aduana para las elecciones del 2018, y así como el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador se fortalece para esa contienda con la votación recibida por Morena en la entidad, el fracaso del priista Héctor Yunes Landa pone en jaque al líder nacional del tricolor, el sonorense Manlio Fabio Beltrones, quien usaría los resultados electorales para catapultarse a la nominación de su partido en el 2018. La derrota en Veracruz es un golpe tremendo a sus aspiraciones y a eso hay que sumarle que en ocho Estados habrá una guerra en tribunales, pues se disputa el triunfo con la alianza PAN-PRD y con Morena.
En los Estados de Chihuahua, Quintana Roo, Aguascalientes, Oaxaca, Tamaulipas, Durango y Tlaxcala, se declararon ganadores los candidatos de esos partidos y coaliciones, serán conflictos poselectorales de largo alcance que, en el mejor de los casos, llevaría al PRI a mantener triunfos forzados y altamente cuestionados. La certeza hasta anoche era que el tricolor solo habría retenido las gubernaturas de Hidalgo y Sinaloa y de esta forma, es el gran perdedor a nivel nacional junto con su dirigente Beltrones y por supuesto, el mismo presidente Enrique Peña Nieto. Estas elecciones son el inicio de la carrera presidencial y todo apunta a que el voto de castigo se multiplicará en el contexto nacional, el PRI podría ser echado de Los Pinos, otra vez como sucedió en el año 2000.