Córdoba.- Yanga es el Primer Pueblo Libre que se fundó en el Continente Americano. Su creación sucedió en el año 1609, bajo el nombre de ‘Las Palmillas’ y representa un capítulo importante en la historia de México. Su instauración daría lugar a una serie de eventos a la que seguiría la fundación de la ciudad de Córdoba.
Dicho municipio forma parte de la región de las Altas Montañas, que se encuentra en la Zona Centro del Estado de Veracruz, se encuentra ubicado a 15.2 kilómetros de la ciudad de Córdoba y actualmente cuenta con un aproximado de entre 5 mil y 6 mil habitantes.
De acuerdo con el cronista de Córdoba, Rafael de la Mora Herrera, la historia de este municipio y de su relación con la Ciudad de los 30 Caballeros, son desconocidas en todo el país y en la propia ciudad. Acusó al despreciable olvido en que ha caído la historia de la llamada “tercera raíz” de esta Nación.
Apuntó a que todo comenzó a partir de que en 1570, un esclavo africano llamado Nyanga, escapó de la hacienda azucarera en la que fue cautivo, ubicada en el mismo poblado que hoy lleva su nombre. Poco es lo que se sabe de este hombre, salvo que aparentemente fue miembro de la familia real de Gabón.
Luego de que Nyanga escapara de dicha hacienda azucarera, comenzó a acoger a varios africanos esclavizados, mismos que ya habían sido llamados “cimarrones”. Poco se sabe cómo fue el proceso de acogida y crecimiento del grupo liderado por el príncipe gabonés, aunque sí es sabido que para el año 1609, su grupo ya superaba los 500 hombres.
Recordó que entre los años 1519 y 1810, los españoles que gobernaban la entonces Nueva España, trajeron consigo una cantidad considerable de esclavos que en su mayoría eran traídos desde África.
Señaló que la motivación principal de tal “elección”, radicó en que este grupo étnico demostró ser mucho más resistente al clima tropical que los propios europeos, además de que la cantera de esclavos indígena ya estaba muy diezmada para ese tiempo, debido a las guerras y a las enfermedades.
Se sabe que de acuerdo a las leyes sobre el trato de esclavos, los españoles transportaban en sus galeras una proporción de dos a uno, entre hombres y mujeres. Es decir, en cada galera con esclavos que traían desde el África transportaban dos terceras partes de hombres y una parte de mujeres. Asimismo, existen datos de que para el año en que Nyanga escapó y comenzó a extender su movimiento, había una población que superaba los 20 mil 569 esclavos africanos, poco más del 6 por ciento de la población del Siglo XVI.
Si bien el movimiento de rebelión encabezado por Nyanga no es el primero en la historia de este tipo, sí fue el primero que se realizó en América y el primero que tuvo éxito. Para sobrevivir, el conjunto de negros cimarrones se dedicó a la caza y al asalto a las diligencias que transportaban bienes llegados al Puerto de la Villa Rica de la Vera Cruz, que estaban destinados a la capital de la Nueva España.
Dicha situación llevó a que finalmente en 1609 el virrey Luis de Velasco (hijo), mandara al capitán Pedro González de Herrera, para apaciguarlos al frente de una tropa compuesta por criollos, indios y algunos negros.
Antes de comenzar las hostilidades, mandó un tratado de paz con condiciones que incluían el permitir a su gente vivir en libertad en un territorio propio sobre el que gobernara la propia familia del príncipe, sin embargo, la petición fue desechada y comenzaron los combates.
Luego de varias batallas que generaron severas pérdidas para ambos bandos, el Virrey se dio cuenta de que la guerra sería un remedio inútil para solucionar este problema, debido a los elevados costos de la campaña y a que los asaltos de los negros cimarrones desestabilizaron la economía del virreinato.
Finalmente, el virrey Velasco decidió ceder y aceptar los términos de Nyanga, mismos que curiosamente incluían la condición de regresar a los españoles cualquier cimarrón que intentara adentrarse en el territorio, tras escapar de alguna hacienda, así como la de prestar las armas en favor de la Corona en caso de que ésta se viera atacada de alguna manera.
Los negros cimarrones consiguieron entonces el permiso de vivir en libertad. Ahora libertos, luego de varios años de ser fugitivos, se establecieron finalmente en un asentamiento que recibió el nombre de Las Palmillas. En ese sitio, hasta donde se sabe, vivieron de la agricultura.
Sin embargo, el entonces formado asentamiento de Las Palmillas, no tuvo fácil aceptación entre la población europea. Comenzaron a circular rumores de una rebelión orquestada por los de Las Palmillas, misma que estallaría supuestamente el 6 de enero de 1612. De acuerdo al cronista De la Mora, dicha rebelión nunca sucedió, pero los rumores continuaron porque siguieron los asaltos, de modo que ese mismo año se sucedió la llamada ‘Matanza de los Negros’ o ‘Conjuración de los Negros’. Según algunas versiones, en este hecho fueron ahorcados y decapitados 33 negros, de los cuales 29 eran hombres y cuatro eran mujeres. Según Domingo Francisco de San Antón Muñón, fueron 35 los ejecutados, de los que 28 eran hombres y siete eran mujeres.
Subrayó que luego de este deleznable capítulo que cayó en el olvido, en el año 1618, el virrey Diego Fernández de Córdoba concedió finalmente el permiso de que se fundara el poblado que entonces recibiría el nombre de San Lorenzo, mismo que más tarde recibiría el mote de “De los Negros”.
Finalmente, fue hasta el año 1630 en que el poblado fue rebautizado con el nombre de San Lorenzo de Cerralvo, por el entonces virrey Lorenzo Pacheco y Osorio, marqués de Cerralvo. Dicho Virrey le daría al poblado su correspondiente acta de fundación junto con el mote correspondiente a su marca.