Hace unos días nos enteramos de que fue hospitalizado el ex presidente de Sudáfrica de 94 años de edad, el motivo es una tuberculosis que contrajo en la cárcel de Robben Island, allí pasó encarcelado 18 de los 27 años que estuvo en prisión por oponerse al régimen del Apartheid.
A “Madiba” como se le conoce a Nelson Mandela, los mexicanos lo conocen por esa extraordinaria película que llevó por título “Invictus”, inspirado en el poema de William Ernest Henley, aquel donde la última parte dice: “No importa cuán estrecho sea el camino, cuán cargada de castigo la sentencia, soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma”.
Mandela que en 1993 había recibido el Premio Nobel de la Paz, el siguiente año se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica, quien tenía la obligación de desmantelar el régimen segregacionista y aprovechó que en 1995 se celebraría la Copa Mundial de Rugby, donde decide apoyar al equipo “Sprigboks” que era el símbolo de la minoría blanca; fue así como el deporte sirvió para realizar una política de reconciliación entre la mayoría negra y la minoría blanca; particularmente en esa película no se aborda a profundidad en viejo sistema del Apartheid pero sí retrata aquel momento histórico.
La ética del perdón que guía a Madiba es quizá la política más eficaz que utilizó para abordar ese pasado inmediato, una política que no se convirtió en venganza, sino en la reconstrucción de una nación que económicamente empezó a despuntar en el continente africano; aunque siempre hay escépticos, además de cada bando, que no daban crédito de que el deporte pudiera unificar al país, fue tal el éxito de esa política, que los Sprigboks ganaron la copa mundial y eso simbólicamente ayudó a la construcción de las nuevas instituciones que el país necesitaba.
Continuando con la línea de interpretación anterior, el propio Mandela reconoce que desde la cárcel siempre apoyaba al equipo contrario porque ese equipo significaba el poder de la minoría blanca; en ese autoanálisis, decide hacer lo contrario para desarrollar su política de reconciliación, la capacidad de perdonar el pasado y sobre todo los agravios a su propia persona y a su grupo político, es algo de lo que se debe aprender de ese país; es importante decir que con el bloqueo comercial mundial y la presión de los organismos defensores de los derechos humanos, como cara amable de la globalización fue minando al régimen del Apartheid, y de allí el ascenso al poder político de Nelson Mandela.
Esta lección de política y de filosofía política fundamentalmente se podría exportar a otros países, quizá en México parte de nuestra modernidad se debería basar en esa ética del perdón entre la clase política, por ejemplo cuando Vicente Fox asume la presidencia de la República decide no revisar el pasado priista a fondo, sólo crea una comisión y no se atiende del todo esa idea de Jorge Castañeda de hacer un especie de Comisión de la Verdad; pero el ex presidente no hizo una política de perdón, sino que cohabitó con el anterior adversario que era el PRI y no desmanteló ese viejo régimen y bueno, ahora entendemos qué pasó después de 12 años; su apoyo al PRI en la pasada elección.
Por lo tanto, no existió una ética del perdón sino una adaptación al “sistema”, no era necesario cambiarlo; por supuesto que esto dañó al PAN y la ciudadanía empezó a dejar de votarle, no en 2006 sino hasta 2012; si bien el ex presidente Vicente Fox no tuvo un proyecto para cambiar al sistema, y peor que eso, dividió y polarizó al país al tratar de desaforar a López Obrador, no hubo ética del perdón, lo que avanzó fue el encono y la herencia a un nuevo gobierno que en la primera parte fue la irreconciliación del PRD con el PAN, aunque se fue modificando en 2010 con la construcción de las alianzas electorales exitosas en Oaxaca, Puebla y Sinaloa para ganar las gubernaturas con el signo de llevar como candidatos a ex priistas.
Dado lo anterior, la agenda que debe retomar el PAN y siguiendo parte de la experiencia en Sudáfrica es la de tener una agenda política que se diseñe de manera estratégica, como desmantelar el viejo sistema que hoy tratan de aparentar que es un nuevo sistema, tarea nada fácil cuando una parte de la militancia de Acción Nacional imitó la cultura política del PRI y olvidó sus principios y doctrina.