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Escudo de Armas, legado de Felipe III

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Córdoba.- De uso común en la indumentaria urbana, el Escudo de Armas de la ciudad de Córdoba tiene una historia que se remonta hasta finales del Siglo XVI. En este período es cuando el escudo toma la forma con la que se le concede su uso a la ciudad, hacia el 27 de abril del año de 1618, fecha de su fundación de facto.

Rafael de la Mora Herrera, cronista de la ciudad e integrante del Consejo de la Crónica de Córdoba, señaló que cuando se solicitó la fundación de la urbe en 1617, la monarquía española dispuso una serie de condiciones para la cristalización de tal empresa. Dichas condiciones incluyeron el encontrar un lugar dónde establecer la que entonces sería una villa y el juntar a 30 parejas con cierto número de animales domésticos, de los cuales vivir, que serían las familias fundadoras.

Relató que como en las cercanías del entonces pueblo de San Lorenzo de los Negros, se producían constantes ataques de negros cimarrones que se evadieron de los sembradíos de caña, donde eran esclavos y que fueron dirigidos por Yanga, el que fuera un noble africano y le diera a dicho poblado su nombre actual. Más adelante, Yanga se conocería como el Primer Territorio Libre de América.

Debido a la situación con los negros cimarrones, que seguían asaltando diligencias en el ‘Camino Real’, que comunicaba las ciudades de Veracruz y Orizaba con México, los españoles se vieron obligados a fundar una villa para proteger a los súbditos leales y los intereses reales en la región. Para tal efecto se sirvieron de cuatro terratenientes de la zona: Don Juan de Miranda, Don García de Arévalo, Don Andrés Núñez de Illescas y Don Diego Rodríguez. Estos cuatro vecinos de San Antonio Huatusco, hicieron la petición de fundación a la Corte de la Capital. 

La comisión para constatar que las entonces ‘Lomas de Huilango’ contaban con las condiciones idóneas para fundar una villa, la llevó el corregidor Don Francisco Soto y Calderón, acompañado del doctor Galdoz de Valencia y Oidor de la Audiencia Real. Una vez que se cumplieron los requisitos que solicitó la Corona, relató, se concedió la licencia para la fundación de la Villa, el 29 de noviembre de 1617. 

Asimismo, se requirió que se juntaran 30 familias con casa y un determinado número de animales domésticos que les permitiera sobrevivir y ayudarse en sus faenas. De esas 30 familias requeridas se juntaron sólo 17, que fueron las que se reunirían en Amatlán para luego fundar de facto la Villa el 27 de abril de 1618, fecha a partir de la cual recibieron la autorización real de utilizar la divisa de Felipe III, en las partes más importantes de los edificios públicos. Ante ello se le concedió a la Villa un plazo de 10 años para juntar las otras 13 familias de fundadores. 

Destacó que los 30 fundadores que se juntaron finalmente, recibieron el título de “fijos-dalgos” para ser la aristocracia de Córdoba. Reveló que fueron justamente estos 30 “hidalgos” los que originaron el mote de “La Ciudad de los 30 Caballeros”.

Las familias de estos 30 caballeros provinieron de lugares como Amatlán, Huatusco, Coscomatepec, Tepeaca y Huejotzingo. Entre estos caballeros se encontraban Don García Arévalo y Don Diego Rodríguez, de la comisión para la fundación, así como Don Alonso Galván y Don Manuel Fernández, quienes serían nombrados como los primeros cuatro regidores. Éstos eligieron después a Don Andrés Núñez de Illescas, también de la comisión de Fundación, y a Don Cristóbal de Miranda, como alcaldes ordinarios.

También se le concedió a esta nueva Villa, el derecho a usar como armas de representación propia las del rey en turno, Felipe III, mismo que moriría tres años después de la fundación, en 1621. De este modo, el Escudo de Armas pasó a la posteridad a pesar de que los sucesores de Felipe III llegarían a perder el dominio de algunos de los reinos representados en el Escudo de la ciudad.

Acotó que el hecho de que una ciudad pudiera portar el escudo de armas personal de la realeza fue un acto que para la época podía comprenderse como un honor extraordinario. Incluso, mencionó, que en todo el país no hubo ciudad que previo a la Independencia recibiera la misma distinción.

Este Escudo de Armas, subrayó, no viene a representar sólo al propio rey en turno sino también al conjunto de reinos que estaban bajo su mando. Especificó que los reinos que aparecen gráficamente descritos en las Armas de la ciudad son Castilla-León, Aragón-Sicilia, Granada, Portugal, Austria, Brabante, Flandes, Tirol, Borgoña y Borgoña Antigua. Esto le viene a conceder a la ciudad de Córdoba un cierto estatus por sobre los demás reinos, cual si fuera la propia casa del rey. 

Incluso destacó que el escudo está rodeado también por dos elementos más, que son la Antigua Corona Real en la parte superior y el Collar del Toisón de Oro, rodeando la mayor parte de la divisa. La corona simboliza el poder del monarca en todo su imperio, mientras que la inclusión de los eslabones flamígeros a los lados y el Toisón colgante en la parte inferior son símbolo del cristianismo. En conjunto, estos dos elementos señalan que el monarca no es sólo regente de los territorios que describe el blasón, sino que además es también regente del cristianismo.

La importancia de este escudo es tal, que no sólo es posible encontrarlo en los alrededores de la ciudad de Córdoba, sino también en otras partes del país. Un caso particular es el de un documento del año 1661, que se encuentra resguardado en el Archivo Municipal de Mazapil, en Zacatecas, mismo en el que se menciona al entonces rey Felipe IV, como ‘rey de Córdoba’ entre otros títulos nobiliarios.

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