in

Sin festejo este 10 de Mayo

Superiberia

5

Orizaba.- Abrazada de una fotografía y entre lágrimas, Ana Lilia Jiménez, madre de un joven desaparecido hace más de cuatro años y con una hija arraigada en otro Estado para su protección, es como recordará este martes 10 de mayo, Día de las Madres, una fecha que mientras para algunos será para celebrar, para cientos de mujeres víctimas de las desapariciones forzadas será un momento más para luchar, exigir justicia y pedirle a Dios que un día regresen los seres que cargaron en su vientre por nueve meses.

“Me preguntan cómo voy a vivir el Día de las Madres, pues recordando todas las injusticias, impotencia y burocratismo que he pasado para lograr que se inicien las investigaciones de mi hijo, en tanto mi otra hija está lejos, arraigada, y yo aquí luchando contra muchos, a quienes les estorbamos, pero no voy a parar, al contrario, un día más es una oportunidad para buscar, enfrentar a quienes sin importarles el dolor obstruyen nuestro camino”, aseveró.

Con la fuerza que la caracteriza, la también profesora de primaria, recordó los gratos momentos que vivió al lado de sus hijos años atrás, cuando su mundo era igual al de cualquier familia, sin problemas, mientras ella trabajaba sus hijos estudiaban, “aún recuerdo la última foto del 10 de mayo que nos tomamos juntos, fue en el 2012, han pasado cuatro años y aunque me tumba el dolor, la esperanza de encontrar a mi muchacho me hace despertar”.

Pero el llanto fue inevitable al sacar la foto de Yael Zuriel Monterrosas Jiménez, y revivir esa terrible noche del 1 de septiembre de 2012, cuando con tan sólo 15 años, el estudiante desapareció. Sin rastros, sin pistas, pero con la fe en Dios, Ana Lilia Jiménez sigue esperando el momento en que pueda volver a verlo o al menos encontrar sus restos, que la lleven a una tumba.

Es así como Ana Lilia, de la Primera Brigada de Búsqueda de Desaparecidos, no pierde la esperanza de encontrar al igual que el resto de sus compañeras, a sus seres queridos, con la meta que se han trazado, cobijados por la Iglesia, pero bajo serias irregularidades por parte de las autoridades, denunciando a cada paso contrariedades de los fiscales dedicados a una serie de casos.

“Hemos sufrido amenazas y señalamientos directos con nombre y apellido, el año pasado, específicamente en el mes de septiembre, mi segunda hija se tuvo que ir de Orizaba para arraigarse, es obvio que a alguien le molestamos, pero yo me quedaré aquí, peleando, luchando, estoy segura que un día te voy a encontrar Yael; él me espera, me necesita. Nunca, quiero que lo sepan, nunca voy a olvidarlo”.

CANAL OFICIAL

Niños trabajan en las colonias

Se pierde tradición de los mariachis