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Contaminación y clima: el gran desafío

Superiberia

No está de más insistir sobre este tema, porque sus efectos resultan evidentes. Aún cuando algunos sostienen que la Tierra cuenta, en un proceso natural, con los recursos para alcanzar el equilibrio, en el supuesto que así fuese será a costa de catástrofes y muchas vidas. Por eso se reunieron una vez más 195 países, buscando un nuevo pacto en la lucha contra el cambio  climático.

El Acuerdo de París, aceptado el pasado 22 de abril, propone realizar esfuerzos para limitar el aumento del calentamiento global a 1.5 grados centígrados. Los países revisarán cada cinco años sus compromisos de emisiones, y se marcarán metas de reducción y descarbonización a mediano y largo plazo para lograr los objetivos que se proponen.

El tema se ha discutido bastante, pero se ha hecho muy poco. Casi nada si consideramos la magnitud y prioridad del problema vital que enfrenta el hombre y las especies vivas de la Tierra. Las naciones cuyos territorios son islas están particularmente amenazadas por el calentamiento global.

Este término designa el aumento gradual de la temperatura media global de la atmósfera y océanos, y los efectos sobre el clima y la vida en el planeta. Los glaciares se están derritiendo, el nivel del mar aumenta, la atmósfera y las aguas de los ríos se contaminan, los arroyos se secan, las selvas se están quedando sin árboles, y la fauna y la flora luchan para sobrevivir en un ecosistema que les es hostil y al que no se pueden adaptar.

Desde el siglo pasado los humanos somos los causantes del calentamiento de la Tierra por la emisión de gases que retienen el calor, la sobrepoblación, la tecnología que contamina y la gran cantidad de basura que producimos en el mundo moderno, inventor de tantas cosas, pero falto de ética para crear condiciones amables que reviertan a mediano y largo plazo el deterioro ambiental.

El “efecto invernadero” es el calentamiento que se produce en la atmósfera cuando ciertos gases, que dejan pasar la luz solar, retienen en cambio el calor, como ocurre con las paredes de cristal de un invernadero. El efecto altera la disposición climática y los ecosistemas, a tal grado que el clima se vuelve impredecible. Los patrones usuales de las estaciones del año se tornan inestables y se acentúan algunos rasgos meteorológicos y otros se muestran excesivos. 

La mayor parte de la comunidad científica asegura que el problema lo provocan las concentraciones de gases de efecto invernadero, debido a las actividades humanas que incluyen la emisión de gases y productos tóxicos de la industria, el humo de los vehículos, la basura, los aerosoles.

En la atmósfera permanecen suspendidas substancias muy distintas como partículas de polvo, polen, hollín (carbón), metales (plomo y cadmio), asbesto, sales, pequeñas gotas de ácido sulfúrico, dioxinas, pesticidas, etc. Se suele usar la palabra aerosol para referirse a estos materiales muy pequeños, sólidos o líquidos, en partículas o polvo.

Según su tamaño pueden permanecer suspendidas en la atmósfera desde uno o dos días hasta semanas. Algunas de estas partículas son especialmente tóxicas para los humanos y, en la práctica, son precursores de riesgos para la salud humana por la contaminación del aire proveniente de este tipo de polución, especialmente abundante en las ciudades.

El aire que se considera limpio es aquel que se compone de nitrógeno y oxígeno. El desequilibrio ocurre cuando se generan sustancias nocivas para el ambiente como el aerosol, los incendios forestales, los gases industriales y la gran diversidad de actividades humanas sin control ambiental. Otros factores de alto riesgo son la quema de combustibles fósiles como el petróleo y el carbón.

Desde días pasados la Ciudad de México ha mantenido una alerta por contaminación atmosférica, incrementada, aunque parezca increíble, por el doble “Hoy no circula”. Se estima que ciudades como Monterrey y Guadalajara alcanzarán pronto los estándares de contaminación de la Ciudad de México, contribuyendo a los cambios climáticos drásticos del planeta, si los ciudadanos no hacen conciencia para cambiar muchos de sus hábitos y se hacen responsables de sus propios espacios.

gilnieto2012@gmail.com

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