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Llega Cristo a los indígenas

Superiberia

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Zongolica.- Al Cristo de madera que ahora es el centro de fe de los habitantes del municipio, lo encontró entre cañales un grupo de hombres independentistas cuando regresaban del fallido intento por tomar lo que era la Villa de Córdoba.

Cubierta por bagazo y localizada en terrenos de la ex hacienda de Tapia, la caja de madera con la figura del crucificado fue cargada por los combatientes, descansaron en el trayecto únicamente en Tlanecpaquila para arribar al templo católico de El Calvario la noche del 14 de junio del año 1812.

El presidente del comité organizador del recorrido con las reliquias del venerado Nazareno, Eutimio Tetzoytl Xalamihua, mencionó que la tradición oral indica que fue alrededor del año 1700 cuando doña Ana María Jiménez de Ballesteros y su esposo don Luis Ballesteros, dueños del ingenio San José de Tapia, mandaron a tallar el Cristo a España pagando 300 monedas de plata. 

Decide quedarse

En su libro inédito: Señor del Recuerdo, la Fe de un Pueblo, Humberto Josué Altamirano Hernández, mencionó que después de su arribo y al haber sido expuesto a la veneración, un grupo de personas, en su mayoría negros llegados de la congregación Guadalupe La Patrona de Amatlán de los Reyes, exigieron les fuera devuelta la representación del Hijo de Dios comprobando con documentos en su segunda visita la propiedad que alegaban tener.

Ambos coinciden en la razón por la que tuvo que quedarse, tomando como referencia un relato escrito por don Regulo Delgado Sánchez, quien refirió que una madrugada sacaron la imagen del templo parroquial y cargándola a cuestas emprendieron su marcha por las calles hasta donde se  encontraba un puente que permitía la salida del pueblo indígena.

Añadió que al sitio llegaron fácilmente, no obstante al empezar a subir por el camino sintieron que les pesaba cada vez más, entonces optaron por bajarla  y descansar un rato en el lugar.

Más tarde volvieron a cargar la imagen en hombros, pero notaron que no avanzaban casi nada y mientras más intentaban subir, el peso era mayor, por  lo que se les hizo de noche y no teniendo otro remedio regresaron, percibieron que a medida que se aproximaban a la parroquia el peso disminuía.

Al día siguiente por la mañana volvió a repetirse el mismo suceso y en tal virtud decidieron mandar a traer a su pueblo gente que los ayudara, llegando al tercer o cuarto día un buen número de personas, por lo que estando ya bien reforzados, al despuntar el alba muy animosos iniciaron otra vez su empresa, avanzando de nueva cuenta solamente hasta donde se encontraba el puente, más al intentar rebasarlo y continuar adelante, se repitió el mismo suceso que los días anteriores.

Este hecho tan inexplicable los hizo dudar y pensar que el Señor ya no quería regresar con ellos, sino estar en este lugar.

Culmina este pasaje histórico con la compra del Jesús crucificado en 450 pesos que aportaron Bernardo de Portas, Manuel de la Cruz, Antonio Cal, un señor Garmendia y varios creyentes más.

El nombre

Se le llamó Señor del Recuerdo desde los primeros momentos en que fue abierta la caja de madera en la parroquia por el cura de esos tiempos, quien recibió recordatorios en distintas ocasiones por una anciana a su servicio, la cual pedía que fuera abierta la urna para extraer el contenido. El pueblo le agradece que lo eligiera para quedarse.

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