Córdoba.- El ingeniero Guillermo Rivas, al llegar a la alcaldía, debe despedir al tesorero municipal Martín Becerra, y al titular de Obras Públicas, Luis Miguel Fuentes. También darles la última patada para echarlos a la calle, a Oscar Barquet (sobre quien pesa una declaración de un miembro de la delincuencia organizada que lo señala de pertenecer a la mafia, al recibir 15 mil pesos mensuales para proporcionarle información cuando fungía como director de Tránsito), y a Jorge García, el ex inspector de Policía, quien aunque parezca increíble, tiene antecedentes penales y estuvo en la cárcel por asesinato, después por robo de rieles de ferrocarriles.
Además de adelgazar la enorme cantidad de empleados que tiene el Ayuntamiento -sólo por ser amigos de Portilla y demás rumfla de corruptos-, pues Córdoba, a diferencia de Orizaba, sólo destina el 8% de sus ingresos a obras, mientras que en Orizaba se destina el 72% a obras.
En Córdoba, era tal la ineficiencia y corrupción que había en la administración de Portilla, que ni la nómina quiso publicar, siendo que después de más de 2 años de ser Alcalde y sabiendo que iba nuevamente a abandonar el cargo por cuarta vez, tuvo el tiempo suficiente para rasurar la nómina de toda transa y publicarla a unos cuantos días de abandonar el cargo, ganándose el mote de Paco el Opaco en muchos medios de comunicación, a excepción del periódico del extorsionador -en el cual siempre le aplaudieron como focas-, pues hasta los parquímetros les quería concesionar, además de darle obras públicas en asignación directa o por mañas en licitaciones al cuñado del coludido Arróniz, un sujeto de apellido Bretón.
El único que posiblemente va a extrañar a Portilla -el alcahuete de Lavín-, será el regidor incompetente San Martín, pues en todas las juntas de cabildo le autorizó -al alcahuete-, todo lo que le propusieron, y Córdoba, a dos años 3 meses de la administración de Portilla, con la ayuda de San Martín, sigue tan estancada que ni a basurero llegamos.