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Termina la zafra pero no las ganas

Superiberia

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Región.- En un día habitual de trabajo un cortador se levanta a las 05:00 horas, ya que una hora después deberá reportarse con el encargado de su cuadrilla para de ahí trasladarse el ejido donde habrán de cortar la caña, mientras que otro grupo de trabajadores realiza las labores de quema, ya sea antes de que amanezca o por la tarde, esto para evitar que el Sol afecte las concentraciones de sacarosa de la caña. Con machete en mano los cortadores inician su labor cuando la caña aún humea, muchos acostumbran cargar su guaje con agua ya que, dicen, se conserva más fresca.  Cada uno de los cortadores coloca en montones la caña, para que más tarde lleguen las alzadoras a recogerla y colocarla en el camión que se encargará de trasladarla hasta el ingenio, donde es común observar estos vehículos en fila esperando ingresar a la factoría. Una vez en la fábrica, la caña es pesada en la grúa y luego pasa directo al molino, evitando con ello que se coloque en el suelo para no afectar la concentración de sacarosa, que es lo que se toma en consideración para el pago por tonelada de caña entregada al ingenio. Luego pasa por diversos procesos como el guarapo, hasta obtener la azúcar, que es envasada en costales de diferentes tamaños.

      Los cortadores de caña del grupo de cosecha número 309 del ejido Palmillas adheridos a la Confederación Nacional de Productores Rurales (CNPR) del ingenio El Potrero tienen que pasar varias horas en el campo, sin embargo, estos hombres y mujeres prefieren trabajar largas jornadas de trabajo y temen que esta zafra se termine.

Durante 12 horas tienen que laborar, para ganar de entre 150 y 200 pesos diarios, soportan las altas temperaturas que el infierno de los cañales oculta.

En la comunidad de Palmillas, José Hernández, cortador de caña quien durante 15 años ha venido realizando esta actividad, explicó sobre los riesgos de cortar caña, desde una cotadura, hasta mordeduras por los animales que suelen salir con el calor de las llamas, como las víboras colarillos las cuales son venenosas y violentas por el calor que emana el suelo donde se siembra la gramínea.

Otro acompañante no peligroso pero si molesto es la garza cañera, un animalito blanco que sigue a los cortadores en los sembradíos y que ágilmente se roba la semilla en los campos que están siendo preparados para la siguiente zafra, los campesinos los catalogan como animales “castrosos”.

Son las 12:00 horas, momento de almorzar, refugiados bajo la sombra de un árbol, los cortadores sacan de entre su morral taquitos de frijoles con huevo, un pan con café, el cual para ellos es el mejor estimulante para despertar si continúan dormidos, otros simplemente sacan agua fresca que dejan a lo lejos para que no les pegue el calor de los cañales.

Todos descansan durante un rato de la larga jornada de la mañana, unos liman su moruna para seguir trabajando, otros se tiran en el piso y agarran energías para seguir con el corte.

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