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`Por tus aguas limpias color verde turquesa´

Superiberia

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Atoyac.- “Por tus aguas limpias color verde turquesa, de valor incalculable para la naturaleza eres codicia y todos queremos tenerte río Atoyac. ¿Pero a cambio de ello qué te damos?”, expresa Juana Sánchez Román, en el Día Mundial del Agua a celebrarse hoy, quién hace un llamado de conciencia a recuperar este fluente tan importante.

Más aún porque el socavón del río Atoyac es una advertencia o un grito de auxilio, que conocen no sólo las personas cercanas al afluente, sino otras naciones, que ojalá intervengan para no lamentar que un día muera el Atoyac.

En un tributo al río Atoyac, recuerda que el río nace de una montaña, lugar conocido como el nacimiento de Ojo de Agua, donde el afluente se observa impetuoso, con el murmullo de sus aguas brinda paz y éxtasis al hombre que queda embelesado por la majestuosa belleza del entorno, fauna y flora, que se combinan.

“Nuestros ancestros y tribus Totonacas, aquí se llevan a cabo rituales al Dios del Agua, a las deidades de la vegetación para tener una buena cosecha”, recuerda. Esto porque hay testigos como el yugo de piedra que se encuentra en el museo de Córdoba, donde además hay caritas sonrientes que son la muestra de la grandeza de los habitantes de aquellos pueblos que se habían asentado a la rivera del Atoyac.

“Todos quieren el Atoyac, unos para saciar su sed después de la jornada laboral, otros para regar las siembras de sus campos, y la industria azucarera para convertir el jugo de la caña en granos de azúcar para endulzar los labios, el café”, afirmó.

El río Atoyac, es un milagro de vida, su cauce lleno de agua rebosante con pozas profundas y algunos rápidos de aguas juguetonas a todo lo largo y ancho daban un tesoro a los visitantes, tras nacer en un rincón de Amatlán y recorrer el municipio de Atoyac que recibe el nombre de “Agua que se derrama”.

Recuerda que en su infancia cerca del río todo era paz, alegría; en tiempo de sequía cuando el calor se volvía agobiante en primavera las familias corrían a nadar en el afluente. Sin embargo, con tristeza recuerda que alguien tuvo la idea de construir la presa de Santa Anita y así mutilar su cauce para que su agua sirviera en           otra parte.

Manifiesta que es bueno compartir pero “¿Qué le damos a cambio? El río Atoyac es sabido por todos que es sobreexplotado, y ha perdido vida, debido a que recibe agua negra de los asentamientos humanos, además de granjas y empresas que desde hace muchos años se establecieron cerca de este afluente”.

La mujer que hace más de 20 años se levantó en defensa del Río Atoyac, expresa que el ver a los niños inocentes bañarse y juguetear en los charcos de agua cuando no había corriente, eran peligro para la salud.

Una respuesta de la contaminación fue que dejaron de ver en este el langostino, juiles y otros peses que desaparecieron porque perdieron su hábitad, por lo que también hubo tiempos en los que vieron la mortandad de estas especies.

Pese a ser ama de casa, decidió levantarse en pro del río Atoyac, en un afán por parar la contaminación y que su cauce recobrará corriente, interpusó su queja por la contaminación ante la Comisión de Aguas Nacionales.

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