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Singapur y Corea del Sur, dos pequeños ejemplos

Superiberia

Hace apenas cinco décadas que Singapur dejó de ser una colonia inglesa. Al contrario de otras colonias, no repitió el esquema clásico del nuevo país independiente, pobre y librado a luchas internas destructivas, por el poder. Tuvo la fortuna de contar con gobernantes que se preocuparon por darle un rumbo a la incipiente nación y concederle un lugar privilegiado a la educación.

Con 5 millones y medio de habitantes y un territorio de 717 kilómetros cuadrados, la República parlamentaria de Singapur es un pequeño país insular formado por sesenta y tres islas, situadas en Asia sudoriental, al sureste de Malasia. Su nivel de vida es muy bueno, pues en 2014 el ingreso per cápita fue de 42 mil 400 euros. Su Índice de Desarrollo Humano, según la ONU, fue de 0,912, el número once de una tabla de 187 países.

Sagún Transparencia Internacional es uno de los países con menos corrupción en el mundo, a pesar de lo reciente de su historia como nación. El 9 de Agosto de 1965 proclamó su independencia, con un futuro no muy prometedor, por el reducido tamaño del país y la falta de recursos, pero Lee Kuan Yew hizo que el país desarrollara la industria manufacturera. Permaneció como Primer Ministro hasta el año 1990 logrando durante ese tiempo hacer de Singapur un país de primer mundo contra todos los pronósticos de la región y del mundo que veían el hecho como una tarea imposible de realizar. Se suele mencionar a Lee como el “fundador de Singapur”.

Lee Kuan Yew fue un hombre genial, lleno de contradicciones. Fue autoritario y pragmático, partidario de los castigos corporales y de la educación de alto nivel para toda la población,  obsesionado por combatir la mediocridad, la corrupción y la disidencia política. En México el autoritarismo y la ausencia de oposición han producido corrupción y subdesarrollo; en Singapur sirvió para implementar un sistema económico muy eficiente, un régimen capaz de combatir la corrupción y una sociedad meritocrática sin paralelo en el mundo.

Singapur tomó como inspiración a Israel, porque al igual que él era un país pequeño rodeado de vecinos amenazantes. Adoptó el inglés como lengua oficial y se alineó a Estados Unidos en la Guerra Fría. Esto en México hubiera causado muchas discusiones, rasgado muchas ropas e inundado mares de tinta, pero todo hubiese sido show y palabrerías de unos y de otros. México se entrega, nada pide a cambio y todos fingen que no saben o que no se han dado cuenta.

Singapur fue escalando en la cadena del valor agregado, gracias a una apuesta constante por el desarrollo del capital humano y la erradicación de las prácticas corruptas. Su secreto y diseño de país empieza en el sistema educativo y abarca todos los aspectos de la vida social. En serio, sin engaños, ni simulaciones. Y claro, los puestos públicos no se otorgan por dedazo. Para México, Singapur debe ser admirable, pero también terrible.

La clave de su éxito descansa en la educación: mérito, esfuerzo, bilingüismo, presión familiar, y la segregación académica por los resultados y el desempeño de los estudiantes. En 1990, al analizar los problemas en educación, las autoridades encontraron algo fundamental: un docente con bajo nivel académico, poco motivado, con escaso reconocimiento social y con sueldos bajos. Por esta razón, en 1991, el Gobierno dio un salto sin precedentes: igualó el sueldo de los profesores con el de los ingenieros y abogados, bajo una selección muy meticulosa del personal docente. 

Para nadie es desconocido que el sistema educativo de Singapur es de alta calidad. Para lograrlo, el Ministerio de Educación ha creado un sistema estándar de evaluación de la calidad que se aplica a las instituciones públicas y privadas. Evalúa la selección de estudiantes, los recursos de aprendizaje en los centros escolares, la plantilla docente, el apoyo que puede prestarse a los alumnos, los procedimientos de queja y el desempeño estudiantil.

Su sistema educativo, desde la escuela primaria, está orientado a desarrollar aptitudes, carácter y valores en los estudiantes, y a motivarlos para la investigación, la creatividad y el emprendimiento. Es importante tener en cuenta que el sistema educativo de Singapur se basa en un modelo meritocrático, el cual establece que las posiciones jerárquicas son alcanzadas gracias al mérito propio, mediante la capacidad individual y el espíritu competitivo.

gilnieto2012@gmail.com

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