Terminada la visita del Papa Francisco a nuestro país, es momento oportuno para destacar algunos de los conceptos que compartió durante su recorrido –desde el mismísimo Palacio Nacional, hasta la frontera con Estados Unidos en Ciudad Juárez – en donde habló de los principales problemas que aquejan a los mexicanos, desde la corrupción, la violencia, inseguridad, narcotráfico, indocumentados, migrantes, de una manera sencilla y que son un exhorto a cambiar, todos, creyentes y no creyentes.
Lo primero que habría que preguntarse es hasta donde los mensajes del Papa Francisco van a lograr una transformación en nuestra forma de vida de los mexicanos.
Porque si bien es cierto que sus palabras fueron muy precisas, puntuales, bien seleccionadas, más allá de la grata sensación, debemos de esperar a ver sino como suele ocurrir en muchas ocasiones al término de la misa, en donde las devotas salen diciendo “que bonito habló el padre” pero todavía no llegan a la esquina cuando ya se les olvidó lo que les dijo.
Pareciera como si por un oído les entrara y por el otro les saliera, porque no hay el más mínimo cambio en su manera de ser y de actuar.
Habrá que ver si la élite política que estuvo prácticamente en todos los actos de estado y litúrgicos del Papa Francisco, pone en práctica el mensaje directo sobre la corrupción.
Hay que destacar que en su primer día de la visita oficial, en un evento en el Palacio Nacional con el presidente Enrique Peña Nieto, el Papa advirtió que cuando unos pocos se benefician con privilegios “en beneficio de unos pocos” abre el camino a males como la corrupción, la violencia, el narcotráfico, el secuestro y la muerte.
Más tarde, ante los obispos y cardenales el Papa llamó a no ser “príncipes” y encargarse de los más humildes y marginados de la sociedad mexicana.
El Papa Francisco seguramente que está enterado del estilo de vida –de ricos con residencias, autos y camionetas del año, ricas viandas, un séquito de servidumbre- con que se desempeñan los altos y también los bajos representantes de la iglesia, que deberían de ser ejemplo de humildad y modestia.
Incluso saliendo del texto del discurso, el Papa Francisco agregó unas palabras, -que denota que está cansado de tantas patrañas- para decirles que se dejen de chismes y hablar a las espaldas, que se hablen como hombres, frente a frente y que se digan lo que se tengan que decir, se peleen y luego se pidan perdón si hay que pedir perdón, para seguir con su labor evangelizadora.
Esta semana en un artículo en el Wall Street Journal, Andrew Chesnut, decano en estudios católicos en Virginia Commonwealth University, dijo que el Papa Francisco no veía muy bien a la Iglesia católica mexicana. “La ve como (una institución) perezosa y media corrupta que necesita limpiar su casa, y él está aquí para decirle que la limpie,” declaró Chesnut al diario.
Son muchos los mensajes para poner en práctica un cambio en nuestra forma de vida, como bien dijo al término de su recorrido, hoy es un buen día para que todos podamos empezar a cambiar.
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