El cobro de piso, el tráfico de drogas y los privilegios se acabaron en el penal de Topo Chico. Tras la intervención del Estado, la Fuerza Civil asumió el control
total del centro penitenciario y puso fin al autogobierno, que ejercían líderes del crimen organizado en complicidad con algunas autoridades, se evidenció toda la corrupción que operaba en ese penal. Celdas de lujo equipadas con salas, minisplits, pantallas, frigobares, televisión digital, hasta acuarios
y baños sauna fueron desmanteladas por la corporación estatal.