Orizaba.- Las familias orizabeñas y de la región pasan por momentos muy difíciles ante la llamada cuesta de enero, entre los afectados se encuentran los carniceros, quienes tienen un descenso en sus ventas de hasta el 10 por ciento, en tanto, las amas de casa evitan el consumo de la carne de res, optando por algo más barato como es el pollo.
Braulio Pérez, tablajero del mercado Venustiano Carranza, mencionó que con el inicio del año las ventas en su local han bajado hasta en un 50 por ciento, lamentablemente, y con este panorama por la difícil situación económica se ven obligados a dar más caros sus productos debido a la variación de lo que comercializan.
Tan sólo en la carne de res mencionó que el aumento en el precio al consumidor fue de 10 pesos por kilo, es decir, el bistec pasó de los 130 pesos a los 140, mientras que la pechuga de pollo se mantiene en 46 pesos, en este producto reconoció que la variación de sus costos es constante, pero esta no es mayor a los dos o tres pesos.
Fernando Figueroa Amador, enfatizó que la cuesta de enero afecta a todos, tanto a los vendedores como a los consumidores y quienes se las ven muy difícil son las amas de casa, sobre todo porque tiene que estirar el dinero que disponen.
Como comerciante, comentó que “sí baja un poquito la venta, pero esto se da año con año aunque mientras más tiempo pase es más difícil, y tiene uno que seguir luchando para ir sobreviviendo, aunque sea poco lo que se venda, hay que seguirle, es decir, en ocasiones levanto la cortina a la 8:00 horas y son las 21:00 horas y no vendo nada, pero aquí sigo”.
Para las familias tampoco es nada fácil enero, así lo explicó Doña Margarita, quien dijo que con las heladas “ya ni comer verdura es económico, ¿comer carne?, sólo que sea pollo porque el bistec está muy caro”.
Mencionó que esta quincena le ha resultado muy larga pues con las fiestas de diciembre y luego los Reyes se las han visto muy difícil, por lo que inician el año haciendo rendir el gasto.
Sobre el tema, uno de los comerciantes de la alameda y quien prefirió no dar su nombre, señaló que la mayoría de las casetas de la zona de comida se mantienen cerradas por las mañanas porque no hay ventas, sin embargo, tiene que pagar el impuesto mensual que es de 900 pesos porque a las autoridades no les importa si ganan o pierden, y agregó “antes vendíamos mejor cuando estábamos frente a la escuela Sor Juana, además pagábamos menos”.