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El valor de la lana

Superiberia

Coscomatepec.- Las artesanías en Coscomatepec son tradicionales y cuentan con 100 años por los menos, la mayoría son extrañas al lugar pero sin embargo han adquirido gran importancia y popularidad desde entonces.

A tan sólo unas cuadras del centro, sobre la calle Vicente Guerrero, dentro de una humilde casa Don Raymundo Irivas Castro, “Don Mundo” como muchos lo conocen, de 73 años, se dedica a trabajar la lana pura de oveja en telares, todo un proceso artesanal. 

Compra la lana curtida o sin curtir, la limpia con un cepillo de ligeros alambres para dejarla suave, la hila mediante una rueda y luego la trabaja en un telar de madera a pedal, es un trabajo muy rústico que toma muchísimo tiempo, pero el resultado final es hermoso y admirable.

El taller de artesanías de lana inició en 1918, un proyecto de su abuelo que pretendía iniciar este ciclo productivo, la familia Irivas tomó la lana como protagonista e inicia un proyecto en la región implicando a artesanos y a la misma ciudadanía.

Tras el paso de los años, la pérdida de su abuelo y ante la necesidad de crear fuentes de trabajo y dándose cuenta de que había mercado para las prendas de lana de borrego, Don Ray a sus 10 años al lado de su padre Miguel Irivas Romero, dieron continuidad en el mundo de la artesanía de lana en la región, una actividad que ayudó notablemente en el desarrollo socioeconómico de Coscomatepec.

“Tenía 10 años cuando empecé con la lana, mi abuelo hizo este telar que es el más viejo pero el que más ocupo”, comentó Irivas Castro.

En aquel entonces la familia Irivas tenían un arduo trabajo, ya que realizaban todo el proceso para la elaboración de los productos derivados de la lana, es decir, trasquilar la lana o comprarla cruda, lavarla, cardarla, hilarla y luego tejerla, además al no disponer en aquel entonces de pinturas para teñir la lana, los sacos se los elaboraba sólo en color negro, gris y blanco y ocasionalmente café.

Ya constituido el trabajo se buscó mercado en la cierra de Orizaba y Zongolica, donde vendían sus productos en las ferias artesanales o simplemente a las personas.

Ante las bajas temperaturas en las que se vive, la complicación de salud de Raymundo lo alejó de ir a vender sus prendas desde hace más desde 15 años.

“Cada semana me llevaba cositas para vender allá, ya tenía mi gente y una vez hasta me quede una semana por ese lugar, siempre me pedían muchas cosas de lana, pero ahora mis años y mi salud ya ni me dejan salir como antes”, expresó Don Raymundo sentado en su silla tras apenas ser intervenido de una operación.

Ahora vive con su hermana y tras sus 60 años dedicados a la elaboración de artesanías de lana, cuenta que en su familia ya nadie quiere continuar con la tradición. Es que a lo mucho, gana para la comida de un día. La gente de la región rara vez le compra, a pesar del frío que suele hacer en los poblados de montaña. Hoy en día, el turista o visitante es el que más le ayuda.

“Me motiva hacer prendas bonitas, que vengan a visitar mi taller y aprendan”, dice Raymundo que a pesar de la poca venta que hay, él se dedica hacer sus prendas para que le gente pueda apreciar lo que hace y se lleve un recuerdo.

Al día de hoy, el comercio ya no es el mismo, pero la tradición artesanal la conservan. Nunca han querido industrializarse. Sus talleres están dentro de las mismas casas de familia y están abiertas al público. Allí se puede conocer el proceso de elaboración y los diferentes estilos según el gusto del cliente.

Pantuflas, bufandas, gorros, calentadores, bolsas, cotones, chalecos y cobijas de varios colores, conforman su repertorio ancestral heredado generación tras generación, de los cuales los precios van desde 50 pesos hasta 800 pesos según la prenda y el diseño en los que tarda hasta una semana en elaborarlos.

Señaló que cuenta con una gran herencia cultural reflejada en sus fiestas y costumbres; entre sus artesanías sobresalen los tejidos y la confección de blusas, huipiles, enredos, fajillas, ceñidores, morrales y jorongos, de una gran gama de productos que hacen gala de la cultura del sitio.

“Quisiera que viviera mucha gente y aprenda de este taller, a mi familia no le gusta y quiero que esto pueda seguir por muchos años, el Ayuntamiento tiene este lugar como sitio turístico y viene gente de fuera y eso me gusta”, lo dice con una gran sonrisa al preguntarle sobre el futuro de su taller. 

Actualmente el precio de mercado de la lana oscila alrededor de 70 pesos por 10 kilos, de la cual un borrego le viene saliendo 3 kilos de lana según su tamaño y raza. La situación del sector ovino de nuestro país se caracteriza, entre otras cosas, por una ausencia de iniciativas que lleven a cabo el ciclo cerrado en el proceso productivo (producción, transformación y venta). También se encuentra en medio de una devaluación creciente de algunos de los productos que obtiene, como es el caso de la carne y la lana. 

En definitiva el talle de lana de Raymundo es arte en estado natural, prendas suaves, calidad y multifuncionales que nacen envueltos en lana desde un pequeño taller en el centro de Coscomatepec para viajar por un mundo de sueños, cubriendo de suaves caricias un oficio artesano en el que las manos siguen siendo el principal sustento de la tradición.

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