in

Necesitan ayuda

Superiberia

Córdoba.- Doña María y don Martín, llevan apenas cuatro años de convivencia en pareja, sin embargo la vida les puso un verdadero reto a superar, en ellos no aplica aquel dicho “cuando el dinero falta, el amor sale por la ventana”.

 

El ingreso diario de don Martín apenas si alcanza para comprar una bolsa de pasta y el jitomate para sazonarlo.

 

Hace 24 años, don Martín construyó  una pequeña choza a la orilla de un río de aguas negras en la colonia Rancho Miranda. Dos pequeños cuartos de madera, ahora podrida por la humedad y huecos cubiertos de cartones, son su único hogar.

 

La pequeña casa en la que habitan, no tiene más lujos de los que pudieran obtener de un plástico nuevo para cubrir la puerta de su baño o para tapar aquellos huecos en los que el cartón ya no es suficiente.

 

FALSAS PROMESAS

 

Don Martín dejó pasar los mejores años de su vida entre la mezcla y la pala, su gusto por la cerveza y las mujeres acabaron con sus ahorros. Hoy a sus 61 años y con solamente un ojo “bueno” a consecuencia de las complicaciones por la diabetes, se gana la vida pidiendo limosna en la calle, en un día productivo logra recolectar hasta 50 pesos, mismos que deben ser suficientes para su comida, desayuno y cena, así como para hacer la cooperación para el pago de algunos servicios que les proporcionan.

 

En la pasada jornada electoral, la pareja recibió la visita de los aspirantes a la diputación federal, en la búsqueda del voto recuerdan la promesa de una reubicación e inclusive la entrega de atados de lámina para la mejora de su vivienda, palabras que se fueron como el viento pues hasta el momento no se han hecho realidad.

 

Organizaciones como Antorcha Campesina, también les prometieron la  inclusión dentro sus listas de beneficiarios para la entrega de terrenos, desafortunadamente las solicitudes de cuotas semanales y demás aportaciones que demanda la agrupación, no han abonado a la adquisición del terreno para poder reubicarse.

 

ENTRE LA TIERRA Y EL PLÁSTICO

 

Las paredes de la choza en la que sobreviven son tan firmes como un buen pedazo de cartón seco, para atender sus necesidades biológicas y el aseo personal ambos utilizan una taza de baño que se encuentra afuera de la  vivienda rodeada de plásticos destruidos por el sol y el agua, justo a un costado se encuentran las pilas de agua, aunque es potable su almacenaje al aire libre ha hecho del líquido una sustancia sucia y con residuos de hojas y polvo que caen del puente que los cubre.

 

El olor a tierra húmeda cuando llueve, se conjuga con el aroma de la leña del bracero en el que doña María prepara la sopa y pone el agua para el café, pues definitivamente no alcanza para el tanque de gas.

 

 Entre las mascotas que corretean por el patio, doña María procura que el gato no se coma o lastime a las gallinas, estas sirven de alimento cuando “se antoja un pollito”. 

 

A pesar de lo callada y  reservada de doña María su intensión es que al llegar el nuevo año pueda volver a trabajar, hace seis meses le detectaron principios de cáncer cervicouterino. Fue hasta  después de varias “idas y venidas” a los hospitales que logró ser intervenida quirúrgicamente, los gastos generaron otro vaivén de don Martín, pues tuvo que conseguir el dinero para pagar los gastos hospitalarios que el Seguro Popular no cubrió.

 

MEJOR VIDA

 

Hasta antes de la operación, como buenos abuelos don Martín y doña María asumieron la responsabilidad de cuidar a dos  de sus nietas, Dulce María de cuatro años y Rosario de ocho años, ambas hermanitas de Eduardo y Ángel (también llegaron después para quedar a su resguardo). Aunque el cariño y la sopita caliente no les faltaba, los menores fueron entregados por cuenta propia a la Casa Hogar donde permanecen hasta esta fecha.

 

 

 MALA NOTICIA

 

 Durante los festejos a la Virgen de Guadalupe, Juan José Hernández, hijo de doña María participó en una peregrinación sobre bicicleta a la zona de la ermita, en un descuido mientras circulaba sobre el tramo de Nogales, cayó del vehículo. De inmediato fue trasladado al Hospital Regional de Río Blanco, donde el pronóstico fue devastador, pues debido a las lesiones el médico tratante afirmó que Juan quedaría paralítico.

 

Ahora la pareja carga con el peso de la preocupación de alimentarse y la deuda que generan  los gastos por hospitalización, mismos que se podrían incrementar aún más con el posible traslado de su hijo a Xalapa para descartar o confirmar el pronóstico.

CANAL OFICIAL

El santuario parisino

Sanciona Profeco a 20 gasolineras