Orizaba.- La intensa lluvia y una temperatura de aproximadamente 18 grados centígrados, no fueron impedimento para que las familias acudieran al panteón Juan de la Luz Enríquez para visitar a sus fallecidos, sobre todo en el Día de Muertos.
Desde temprana hora, amigos y familiares se dieron cita en el camposanto, con el fin de limpiar las sepulturas, pintarlas, colocarles flores de temporada, así como adornos en honor a sus seres queridos.
Fueron alrededor de 25 mil personas las que entraron al cementerio ayer, donde existen más de 45 mil espacios que han sido ocupados a lo largo de 131 años de existencia del panteón Juan de la Luz Enríquez.
En todo el lugar se observaron mariachis, quienes cobraban por sus canciones entre 150 y 200 pesos, tríos con un costo de 25 por canción, así como hombres y mujeres panteoneros, quienes por limpiar las tumbas cobran a partir de 50 pesos hasta lo que convengan, por mencionar algunos de los servicios que durante esta temporada incrementan en el camposanto.
Desafortunadamente y ante la crisis económica que la población vive en la actualidad, eran los mismos familiares quienes dieron mantenimiento a las sepulturas, sobre todo con mucho cariño y dedicación.
Bajo un cielo nublado y con un aire fresco, el terreno de poco más de 20 hectáreas lució abarrotado por los asistentes y colorido debido a las múltiples flores que en los sepulcros colocaban para adornarlos.
Es importante recordar que el coordinador del panteón Juan de la Luz Enríquez, Camilo Boschetti, señaló que con anticipación fueron realizadas acciones de prevención para evitar la proliferación de mosquitos del dengue o chikungunya, los floreros fueron rellenados con tierra para evitar la acumulación de agua y personal de la Secretaría de Salud acudió a realizar las fumigaciones pertinentes con el fin de proteger a los orizabeños y habitantes de municipios aledaños.
Emotivos momentos se observaron porque desde menores de edad, jóvenes, padres de familia, tíos e incluso hasta el abuelito, entraban con flores, cubetas, escobas, jabón, trapos, hasta comida, para convivir entre las calles y pasillos del cementerio y así “saludar” a sus muertos, que hoy se encuentran en lo que muchos conocen como el más allá.