El lunes pasado, cuando comimos en Xalapa con el nuevo dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias, Juan Carlos Molina Palacios, fue muy claro y preciso: sólo ve a dos fuertes aspirantes del PRI a la Gubernatura del estado: Héctor Yunes Landa y José Francisco Pepe Yunes Zorrilla. A nadie más. Del primero dijo que es su compadre, y del segundo que es “mi hermano”. Se dijo respetuoso de las decisiones de su partido y no dejó lugar a dudas de que a cualquiera de los dos que sea nominado lo va a apoyar “con todo”.
Ayer, en una comida con un reducido grupo de columnistas, los ex dirigentes estatales del PRI Carlos Brito Gómez, Gonzalo Morgado Huesca y Felipe Amadeo Flores Espinosa expresaron también su rechazo y preocupación por la posible llegada de Alberto Silva Ramos a la Presidencia del Comité Directivo Estatal del tricolor (comentaron que si viviera Guillermo Zúñiga Martínez también se les hubiera sumado). Es más, dijeron que si hay convención, no asistirán, y que si imponen a Silva optarán por otra opción electoral.
El lunes mismo, mediante boletín de prensa del senador Yunes Landa y una declaración al colega José Ortiz Medina por parte del también senador Yunes Zorrilla, rechazaron la llegada del diputado federal por Tuxpan después de que él mismo hizo el anuncio luego de que un día antes filtró a muchos medios y columnistas que asumiría la dirigencia el domingo.
Hasta ayer no estaba confirmado que habrá convención, al dirigente estatal Alfredo Ferrari Saavedra nadie le había notificado que se preparara para entregar, a los dirigentes de los sectores no les habían pedido que movilizaran a sus huestes para una convención el domingo, y una fuente digna de todo crédito nos dijo que no se tiene contemplado que el dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, venga el sábado o el domingo al estado.
Lo que sí se tiene previsto es que Manlio venga a Xalapa, pero la próxima semana dentro de su anunciada gira por todo el país, pero para encabezar un acto de la Escuela de Cuadros que con mucho éxito ha puesto en marcha Alfredo Ferrari.
¿Se fue por la libre Silva como en aquel sonado caso que la historia política registra como el “carbonellazo”, cuando Manuel Carbonell de la Hoz se destapó sin autorización de la cúpula mayor para la candidatura al Gobierno del Estado hasta que salió a pararlo don Jesús Reyes Heroles, entonces presidente del CEN del PRI, con su histórica frase “Yo como veracruzano no he votado por él”?
Al menos en Xalapa el rechazo ayer hacia la persona de Silva Ramos era generalizado. Se supone que los asuntos del PRI son incumbencia sólo de los priistas. Por eso llama la atención que el anuncio provocó muchas reacciones en contra hasta de actores ajenos al tricolor.
El lunes, de la sorpresa se pasó a la incredulidad y en muchos casos al rechazo, por una simple y sencilla razón, creo: porque si se concreta el arribo del ex alcalde de Tuxpan a la dirigencia del partido político más grande, mayoritario e importante del estado significará no un asomo o intento sino el primer paso en serio del continuismo del fidelismo-duartismo dominante en los últimos once años, o sea, más de lo mismo. No es ningún secreto que Silva aspira a relevar a su amigo Javier Duarte en el Gobierno del Estado y como prueba de ello está el anuncio que proclamó en ese sentido el mismo día en que inició campaña como candidato a Diputado Federal en su distrito Tuxpan, lo que confirmó cada vez que como Coordinador General de Comunicación Social de la administración estatal se reunía para departir en restaurantes de Xalapa con columnistas políticos.
Aun cuando el lunes mismo declaró que llegaría al cargo para conducir el proceso electoral de su partido el próximo año, en realidad no se descarta para nada que su intención, de conseguirlo, sería ampliar su currículum pasando por la Presidencia de su partido, involucrarse con sectores, organizaciones, militantes y simpatizantes del PRI para construir una plataforma de lanzamiento de su candidatura formal al Gobierno de la entidad, y mantener a su grupo político en el poder.
Finalmente, ese es el objetivo central que están persiguiendo: mantener el poder al costo que sea y por encima de todo y de todos, incluso de los señalamientos de haber dejado endeudado al Ayuntamiento de Tuxpan cuando lo presidió, y de adentro mismo de la administración estatal de haber aumentado la deuda de la Coordinación General de Comunicación Social de 400 millones de pesos herencia de la gestión de Gina Domínguez Colío a mil 500 millones de pesos cuando se fue y cuyas consecuencias enfrenta y paga injustamente su sucesor Juan Octavio Pavón González.
Pero se trata del poder, de mantenerlo, de conservarlo, y en política lo único que interesa y mueve a la mayoría de los políticos es cuidar sus intereses particulares y de grupo. Es cierto, los únicos que debieran estar preocupados son los priistas, porque los hechos han demostrado que quienes detentan el poder y quieren seguir detentándolo son un grupo cerrado, de unos cuantos, que se reciclan ellos mismos para todos los cargos sin abrir oportunidades para políticos y ciudadanos que no responden a sus intereses.
El senador Héctor Yunes Landa ahora debe estar más que convencido de que lo engañaron y lo utilizaron durante el tiempo en que les fue útil para distraer la atención mientras preparaban todo bajo el agua haciéndolo creer que él sería el candidato al Gobierno del Estado del grupo en el poder. Qué ingenuo fue.
Se trata de la lucha por el poder político y no sólo de conservar la Gubernatura sino también de mantener el control del Poder Legislativo, de la Legislatura, para cuidar las espaldas de los que salen ante señalamientos de mal uso de recursos, pero también de mantener el statu quo para impedir que echen abajo el nombramiento del actual Fiscal del Estado que evite actuar en serio y sin ánimos de venganza o revanchismo contra todo aquel que haya abusado del poder en detrimento del patrimonio de los veracruzanos.
Hacerse de la dirigencia estatal del PRI sería también querer mantener el derecho a designar a los próximos candidatos a las diputaciones locales, que no serían otros que los suyos, los mismos de siempre desde hace 11 años, algunos, varios señalados por la mala fama pública de haber hecho malos manejos de los recursos públicos que les ha tocado administrar.
Más allá de todas esas consideraciones, por las inmediatas reacciones de desacuerdo que ha habido, la posible “elección” de Silva Ramos podría provocar una división mayor en las filas tricolores que podría llegar a ser de consecuencias desastrosas para el priismo el próximo año.
Héctor Yunes podría optar por una candidatura independiente y Pepe mantenerse en las filas del tricolor, pero ambos, en todo caso, sin hacerse responsables de la determinación que tomen sus aliados, amigos, simpatizantes y seguidores de optar por cualquiera otra opción política.
Pero esto no se acaba hasta que se acaba, como decía el legendario cronista que narraba los juegos de la Serie Mundial de Béisbol de los Estados Unidos allá por los años cincuenta, sesenta, del siglo pasado, Eli Buck Canel, que embobaba a los niños que escuchabamos pegados a la radio. Y remataba siempre cuando terminaba una entrada e iban empatadas las novenas: Y no se vayan que esto se pone bueno.
Y mientras deja la víbora chillando, Fidel Herrera Beltrán va de cónsul de México en Barcelona, España, según publicó ayer la columna Templo Mayor del diario Reforma, que dijo que el de Nopaltepec estará despachando la próxima semana en la ciudad capital catalana. La columna no dejó de meterle jiribilla a su comentario: “Seguramente el más feliz con el viaje de Fidel Herrera Beltrán será su paisano Javier Duarte de Ochoa pues en los últimos días se le mencionó como posible delegado del PRI en Veracruz… para poner orden al desbarajuste sucesorio que trae el actual Mandatario”.