Ayer, el gobernador Javier Duarte de Ochoa, hizo lo que debió haber hecho desde el pasado 7 de septiembre cuando en conferencia de prensa en Palacio de Gobierno, salió a declarar que “nada, no le debemos nada” a la Universidad
Veracruzana (UV). Cuando ya corría la mañana se apersonó –acompañado de su esposa Karime Macías– en la Rectoría de la UV para desayunar con la rectora Sara Ladrón de Guevara y sus principales colaboradores.
El tema obligado era el del adeudo que tanto la rectora como los miembros de la Junta de Gobierno de la casa de estudios afirman que tiene con la UV el Gobierno del Estado, lo que su titular negó a inicios del mes que terminó ayer.
Me pregunto por qué el titular del Ejecutivo dejó correr tanto tiempo y no habló desde un principio en persona con la Rectora y pactó un acuerdo de pagos antes de que el tema creciera mediáticamente, hasta cobrar la dimensión que cobró ayer cuando le dedicó toda su primera plana al tema el diario capitalino La Jornada.
Estos dimes y diretes no de la prensa, de los medios, que sólo han venido recogiendo los dichos de unos y otros y los han expuesto al público, a sus lectores, como es su obligación hacerlo, tienen su origen en la declaración que hizo el pasado 17 de agosto el entonces diputado federal electo Miguel Ángel Yunes Linares, de que el Gobierno del Estado le debía mil 800 millones de pesos a la casa de estudios, cifra que la propia Rectora le dio a un grupo de legisladores durante un desayuno.
En realidad el tema no era nuevo. En agosto de 2014 el ex rector Raúl Arias Lovillo, luego de un desayuno que sostuve con él, me autorizó a que publicara y dijera públicamente que el entonces gobernador Fidel Herrera Beltrán no había entregado a la UV mil 500 millones de pesos, que ya había pagado el Gobierno Federal, como estaba pactado, pues había retenido cinco pagos anuales de 300 millones de pesos cada uno sin ninguna explicación ni justificación.
Ante el eco que empezaba a tener lo que había revelado Yunes Linares, fue que Duarte de Ochoa salió a negar que hubiera adeudo. “Nosotros contribuimos de manera generosa y solidaria subsidiando a la Universidad Veracruzana”, dijo en ese entonces.
Ese mismo 7 de septiembre por la noche, al rendir su segundo informe de actividades, Sara Ladrón de Guevara, se refirió a la falta de liquidez financiera de la UV, aunque nunca mencionó a la administración estatal como la responsable. Dijo textualmente: “Es importante mencionar que la presente administración recibió una institución que ya enfrentaba problemas financieros. En agosto de 2013 las cuentas por cobrar de la Universidad se acercaban a los 900 millones de pesos, cantidad derivada de la falta de pago de los subsidios aprobados en favor de la Institución. Al mes de agosto, esta cifra se ha incrementado más del 100 por ciento”.
Entonces se dirigió al representante del gobernador Duarte: “Dé usted este mensaje a nuestro Gobernador, doctor Flavino Ríos, pues estos subsidios constituyen el presupuesto de las Instituciones de Educación Superior públicas en todo el país. Estos subsidios son los recursos que la sociedad, en su conjunto, destina a través de nuestros gobiernos para asegurar la educación universitaria de calidad a nuestros jóvenes veracruzanos, mexicanos”. Añadió la rectora: “Insistimos, como lo hicimos el año pasado, en nuestra demanda: requerimos la puesta al día de nuestros pendientes, así como el flujo oportuno de los recursos. Lo que ofrezco son datos duros, no opiniones ni posiciones críticas”.
15 días después, otro ex rector, Víctor Arredondo Álvarez, en declaraciones al programa de televisión por internet “Polaca a la Veracruzana” se pronunció también, diciendo que no solamente era una obligación legal y administrativa otorgar subsidios a la UV, sino una “obligación moral y social de un Gobierno hacia su máxima casa de estudios”, y que además estaba contemplado en la propia Constitución, en la Ley de Educación, en la Ley de Coordinación con la Educación Superior y en la Ley de Autonomía de la UV. Para entonces ya se hablaba de 2 mil millones de pesos.
Todo parecía que el tema se olvidaba, hasta que el domingo pasado apareció en la revista Proceso una carta-manifiesto de los miembros de la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana dirigida al Gobernador solicitándole “resarcir” un adeudo pendiente de más de 2 mil millones de pesos “mediante una calendarización de las transferencias requeridas”.
La respuesta no se hizo esperar. Duarte replicó con otra carta-manifiesto en la que dijo que: “El subsidio de acuerdo a su definición es una ayuda o auxilio de carácter económico y oficial otorgado a una persona que no trabaja o que no puede hacerlo” y su dicho lo acompañó con cifras.
“Quiero destacar que de enero del 2010 a septiembre del 2015 la Universidad Veracruzana ha recibido y ejercido un presupuesto total de 20 mil 322 millones 600 mil pesos, de los cuales el Gobierno del Estado ha aportado 10 mil 164 millones 900 mil pesos y la Federación 10 mil 157 millones 700 mil pesos. Montos destinados a la educación superior que no tienen antecedente en la historia del estado.
El presupuesto 2015, establece 4 mil 677 millones 430 mil 73 pesos, de los cuales el 52.71 por ciento corresponde al Gobierno del Estado vía subsidio, y el 47.29 por ciento, proviene de la Federación. Estas cifras demuestran y confirman el compromiso real que la actual administración tiene con la Universidad Veracruzana”.
Pero la portada y la nota de La Jornada de ayer disparó de nuevo el tema. Parece que ese encabezado en grandes letras: “Escamotea Duarte más de 2 mil millones de pesos a la UV”, disparó al Gobernador para que fuera a reunirse con la Rectora y sus principales colaboradores. Insisto, es lo que debió haber hecho desde un principio.
He hecho todo este recuento porque creo que en momentos en que el estado necesita claridad, precisión, puntualidad en lo que se dice por la situación que se vive, no la acaba de haber y se deja a la libre interpretación lo que sucedió ayer en las Lomas del Estadio.
Se insistió de parte y parte en que no hay ninguna diferencia, ni ningún conflicto, ni ninguna ruptura, ni ninguna tregua porque no hay ninguna guerra entre el Gobierno del Estado y la Casa de Estudios, menos un problema personal entre el Gobernador y la Rectora. Que yo sepa o haya leído, nadie ha dicho eso.
A mi juicio, esta vez se equivocó la Rectora al afirmar que “todo el tema del adeudo no es un tema político, no es un tema electoral, sino que otros, entre éstos los medios de comunicación, son los que subieron al ring a ambos entes públicos” y que “Los medios en ocasiones –y que se ponga la camisa quien se la quiera poner– lo han querido ver como un tema partidista” (Ángeles González Ceballos, alcalorpolitico.com). No, los medios no. El tema es real. Y la contraposición de las partes también. Y un adeudo que ya alcanza los 2 mil 400 millones de pesos es noticia y la sociedad veracruzana y toda la comunidad universitaria tiene derecho a estar enterada y bien informada de lo que está pasando. Si de nuestra Universidad no sale la verdad, de dónde entonces.
¿Por fin, existe o no adeudo? En los boletines no se clarifica ni precisa. ¿Por qué no llamarle pan al pan y vino al vino? Por la noche leí que la Rectora dijo en Ixtaczoquitlán que los recursos oficiales a la UV no son un apoyo sino una obligación.