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MARGUERITE Y CORNETTE

Superiberia

Un tema amable a mitad de semana. A propósito de la crueldad contra los animales, especialmente los perros, que se abordó  en un texto pasado en referencia a la descabellada propuesta de un legislador del Partido Verde para autorizar que los veracruzanos puedan matar a sus mascotas cuando ya no las quieran o ya no les sean útiles, además de emprender una cacería de perros callejeros para masacrarlos porque se les considerará como “plaga nociva”, un lector sugirió a este espacio contar las curiosas historias de las vacas llamadas Marguerite y Cornette que recientemente fueron noticia en Francia.

 

Efectivamente, son dos historias bellas e idénticas que dieron a todos una enseñanza de parte de los animales y de las personas sensibles al sufrimiento de estos, especialmente los usuarios de las redes sociales que lograron un triunfo representativo –aunque no suficiente- a favor del respeto a la vida y la dignidad animal. Los acontecimientos fueron durante el pasado mes de junio y la prensa gala difundió la noticia con los titulares: La rebelde con cuernos, En cuatro patas escapa de la muerte y  La vaca que no quería morir.

 

El primer caso sucedió el 2 de junio cuando una vaca normanda de tres años escapó del rastro de la ciudad de Saint-Romain-de-Popey en el sudeste francés, aprovechando un descuido de los carniceros, lo que generó una persecución espectacular por las calles pues a las maniobras de recaptura se sumaron policías locales. La fuga del semoviente atrajo la atención de la prensa pero también de los  cibernautas que inmediatamente lanzaron una campaña en las redes sociales para exigir que la vaca no fuera regresada al matadero pues “se había ganado el derecho a vivir huyendo de sus asesinos”, dijeron los feisbukeros y tuiteros.

 

La petición en línea provocó  la solidaridad de más internautas en Europa y en un par de días se tenían más de 23 mil firmas exigiendo que no sacrificaran al animal, y  no pararon allí, pues los usuarios de las redes hicieron una recaudación monetaria para  juntar los 10 mil euros que exigía el propietario de la vaca para no sacrificarla –en Francia la carne de res es muy cara y además el carnicero se aprovechó de la popularidad de la vaca para exigir tal cantidad-. Los recursos financieros los donaron los cibernautas y la Fundación Stéphane Larmart, defensora de los derechos de los animales,  se involucró para administrarlos y realizar  las negociaciones de compra-venta con el dueño del animal.

 

Así, la vaca se salvó así misma huyendo y fue ayudada por los usuarios de las redes sociales, quienes la bautizaron con el nombre de Marguerite, en alusión al animal de la película francesa La vaca y el prisionero del director  armenio Henri Verneuil que cuenta la historia de un francés preso en una granja alemana durante la Segunda Guerra Mundial, que logra escapar montado precisamente en una vaca que se llamaba Marguerite y a la cual, al dejarla en libertad tras ayudarlo a huir, le hace la promesa de no volver a comer carne de res durante el resto de su vida.

 

Pero la rebeldía se contagia y tres semanas después, el 30 de junio, otra vaca se escapó del rastro  en la ciudad de Ambert, también al sudeste de Francia, y hubo otra  persecución de película por la ciudad. Lo nuevo fue que  el semoviente logró llegar hasta la plaza de aterrizaje de helicópteros del hospital local y allí resistió lo más que pudo para no ser recapturada –ahora sí fue dos animales en uno porque era una vaca pero se defendió “como gato bocarriba”-. También de nueva cuenta  los cibernautas lanzaron la campaña de salvación a favor de  Cornette, como nombraron a esta segunda heroína con cuernos, y más de 30 mil personas firmaron la petición.

 

La Fundación Stéphane Larmart intervino nuevamente y logró convencer al propietario del animal para que la vendiera en 2 mil euros. Las dos vacas, Marguerite y Cornette, fueron trasladadas a una granja pedagógica en la ciudad de Montmagny, cerca de París, donde son la atracción de cientos de niños que visitan el lugar para conocer a los animales de corral. 

 

 Ellas son famosas por haber escapado de la muerte y sus historias sirven para enseñar a las nuevas generaciones que los animales no son mera mercancía sino seres vivos tan sensibles como los humanos.

 

“Ellas no querían morir, es evidente, son un símbolo de resistencia que demuestra que los animales tienen emociones, una consciencia, sufren el stress y huelen la muerte, por eso se escaparon del rastro. Huyeron para tener una segunda oportunidad de vivir”, sostiene Stéphane Larmat, fundador de la organización que lleva su nombre. Y como se decía al inicio, la enseñanza no sólo fue de parte de las vacas  escapistas sino también de la comunidad de cibernautas  que se unió a una causa noble y simbólica. Vaya, la historia da para una fabula moderna con su respectiva moraleja, válida para niños y adultos. ¿No creen?.

 

VA UNA DE BUEYES 

 

Volviendo a la realidad, ahora va una historia de bueyes y que tiene que ver con el quebrando de las finanzas estatales. El lunes pasado el gobernante en turno anunció que va a “reestructurar” la deuda pública y ante ello hay que encender las luces de alerta porque cuando se habla de “reestructuración” en realidad significa agrandar los pasivos y cargar más losas sobre las espaldas de los veracruzanos. 

 

La experiencia histórica así lo demuestra pues la última vez que se realizó esa famosa “reestructuración”, en julio del 2011, la deuda no bajó sino que se elevó en más de 30 mil millones de pesos.

 

Fue el 28 de julio de aquel año cuando el congreso local aprobó la “reestructuración” de los adeudos que en aquel tiempo eran por 12 mil 600 millones de pesos, de acuerdo al reporte de la gaceta legislativa. En las declaraciones de los funcionarios estatales  también se reconocían obligaciones con contratistas y prestadores de servicios por 17 mil 400 millones de pesos. Pues bien, si se toman esas mismas  cifras oficiales proporcionadas en el 2011 y las que dio el gobernador Duarte la semana pasada en las que reconoció una deuda por 44 mil 470 millones de pesos, se deduce que en cuatro años la deuda “oficialmente reconocida” – de 12 mil 600 millones-  le añadieron 31 mil 870 millones de pesos.

 

Lo anterior sin tomar en cuenta la deuda con los proveedores y contratistas que esta vez no quiso precisar el gobernante. Sin embargo,  legisladores, académicos, dirigentes partidistas e investigadores estiman oscila entre los 40 mil y 70 mil millones de pesos, lo que significa que el pasivo con proveedores se duplico o triplicó en estos cuatro años. Es toda una  danza de cifras que lleva a confirmar el desbarajuste financiero y el doble lenguaje cuando se habla de “reestructuración”.

 

Otro dato que no hay que olvidar es que se vuelve a utilizar la misma diatriba del 2011 sobre los supuestos beneficios de “reestructurar” la deuda pública estatal. En aquel entonces  el perfumado Tomás Ruíz González era también el titular de la Secretaría de Finanzas y Planeación y repetía ante la prensa que tal “reestructuración” permitiría “tener más recursos para invertirlos en seguridad pública, desarrollo social, salud e infraestructura productiva que a su vez generarán recuperación económica y empleos”.

 

Puras mentiras, solo hay que mirar la situación actual de Veracruz para comprobar que el rubro de seguridad es una catástrofe porque el crimen organizado y la corrupción policiaca y judicial  han convertido a la entidad en una tierra sin ley mientras que los policías tiene armas obsoletas, no hay ni gasolina para las patrullas y los uniformes y chalecos antibalas los compran los agentes  de su bolsillo. En materia de desarrollo social hay más de 500 mil nuevos pobres y en educación se lidera en analfabetismo además de que hay escuelas que no tienen ni  siquiera un techo donde refugiar a los estudiantes. Respecto a  la obra pública, está es inexistente y el campo, la industria y el comercio están en crisis, sin generar los empleos.

 

Es falso que se tenga una economía dinámica y finanzas sanas como presume el gobernante estatal, quien por cierto, literalmente ninguneó al senador José Yunes Zorrilla al desmentir “con bolitas y palitos” sus cálculos sobre un monto real de la deuda que el peroteño estimó superior a los 80 mil millones de pesos. Aunque en la conferencia de prensa del lunes pasado, Duarte  agradeció las  “gestiones”  de Yunes Zorrilla en el asunto de la deuda,  en su comunicado oficial lo describió literalmente como entrometido pues afirmó que tanto deuda estatal como  su posible “reestructuración” son “un tema de competencia y responsabilidad exclusiva del Gobierno del Estado (sic)”,  dando a entender que el peroteño y la federación se metieron donde nadie los llama.

 

Todavía más, en el boletín oficial se ninguna a  Yunes Zorrilla con la cita textual: “es importante el apoyo que cualquier legislador nos pueda dar en la gestión de recursos”.  Hay quienes pueden aducir que el “cualquier legislador” debe ser entendido como “todo legislador” pero los mismos priistas sostienen que la forma es fondo. De esta forma, a Yunes Zorrilla le cae al dedillo esa frase burlona de los viejos del pueblo: no hay acomedido que no salga jodido. 

 

 Ya se dijo: el senador  se ofreció para arreglar el tiradero financiero de Veracruz y quiere sacar el buey de la barranca pero éste es muy tozudo y lo puede arrastrar al fondo del barranco.  

 

Finalmente, hay un dato que se maneja entre los corrillos políticos de la capital del país sobre la multimillonaria deuda pública de Veracruz. 

 

Se dice que el 30 por ciento de esos 44 mil millones se los embolsó el impresentable exgobernante –unos13 mil millones que fueron a parar a su fortuna personal-, otro 40 por ciento se usó para financiar las campañas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en los últimos diez años –alrededor de 18  mil millones de pesos- y el 30 por ciento restante –otros 13 mil millones- se lo repartieron entre el actual gobernante y sus colaboradores –secretarios, subsecretarios, directores de área, coordinadores y demás achichicles que se roban lo que pueden del erario-. Entonces el subtitulo de este texto es erróneo porque no es una historia de bueyes sino de roedores.

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