En el último par de años la zona Centro de la entidad ha registrado días muy sangrientos y en especial la ciudad de Córdoba ha sido escenario de sucesos trágicos, ligados —por supuesto— a la actividad criminal que no ha podido ser frenada por los tres operativos de seguridad pública implementados por el Gobierno del Estado. El más antiguo fue el Mando Único Policial, después vino el Región Segura —que incluía, además de la ciudad de los Treinta Caballeros, a otros 12 municipios—, y el más reciente, el Blindaje Córdoba. Todos han resultado un fracaso, según la percepción ciudadana.
Los empresarios, —que no son los líderes de cámaras empresariales, siempre diligentes para aplaudir las mentiras de los funcionarios públicos—, los locatarios y clientes de mercados, central de abastos y de los supermercados, los maestros, el obispo cordobés, Eduardo Patiño, los periodistas, los estudiantes, los trabajadores e integrantes del resto de los sectores de la sociedad han manifestando de alguna forma su desaprobación a los esquemas desplegados con policías enviados por la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSP), pues la violencia sigue aumentando, al igual que los temores.
“Ahora hay que cuidarse de los malos y de los policías”, es el comentario generalizado en la región, convertida hoy en día, junto con la conurbación Coatzacoalcos- Minatitlán, al Sur de la entidad, en una de las zonas más violentas de Veracruz. ¿Qué sucede, cuál es la razón de esta ola de violencia? Además de la inacción —casi permisividad— de las corporaciones policiacas, de que hay una “guerra local” —si se puede llamar así—, entre organizaciones criminales para agenciarse las actividades ilícitas que les allegan utilidades financieras.
En el argot criminal se le llama “disputa de la plaza”, y según los estudiosos de estas situaciones, Córdoba está bajo tal proceso. Así lo demuestran las amenazas que se lanzan mutuamente los maleantes a través de mantas y mensajes. Así lo confirman también la serie de homicidios. Casi a diario se pueden leer o escuchar en los medios informativos, así como en las redes sociales, el reporte de asesinatos con las características de ejecuciones de la mafia. Los más recientes fueron el asesinato de dos jóvenes en la colonia San Pedro, y en Orizaba los homicidios de seis personas en un bar, entre ellas dos presuntos jefes de agrupaciones delictivas y un periodista.
Los reportes de seguridad pública que se conocen en el Distrito Federal alertaron desde hace tiempo de esta situación a las autoridades locales —estatales y municipales— que continúan sin hacer nada. Por ejemplo, el alcalde panista Tomás Ríos sigue practicando la “estrategia del avestruz” porque tiene la cabeza metida en la tierra, pero el trasero expuesto a todo el mundo. Prefiere no ver, prefiere no actuar, prefiere no velar por sus gobernados. Entonces, como ya se dijo en un texto anterior, son días difíciles y días de guardar, no sólo para el gremio reporteril que se ha visto tocado con esta situación, sino para todos los habitantes. Al parecer los ciudadanos están solos en medio de esta disputa.
Todos están expuestos, todos padecen a diario las secuelas de esta situación anómala, que no debería de ser. Sin embargo, ahora más que nunca, todos deben cuidarse tanto personal como colectivamente. No exponerse y guardar las precauciones debidas. No es vivir con miedo, sino sobrevivir. Es una etapa complicada que requiere mesura, extremar cuidados y no exponerse. No es un llamado alarmista, es parte de las acciones que los mismos ciudadanos han implementado en otras latitudes del planeta cuando llegan esos días complicados, como en Colombia durante los años 1980. Esperar que lleguen mejor tiempos. Claro, eso no significa resignación.
El cambio debe venir por medio de la política porque gran parte de la responsabilidad de estas situaciones vienen de las decisiones o complicidades de quienes ostentan el poder. Los operativos policíacos funcionarían si se tuvieran autoridades honestas y responsables, que no se coludieran con los que deben combatir. Otra cosa sería si los ayuntamientos fueran esa tribuna para la defensa de los ciudadanos y los alcaldes no fueran blandengues ni convenencieros. También, al hablar de tiempos mejores, no se pretende llamar a esperar decisiones divinas, sino ciudadanas. Poner a quien merezca gobernar y sacar a los que han fallado. Así de simple. Los analistas dicen que hay dos caminos para acabar con las dictaduras, de gobernantes déspotas o de otros poderes fácticos, como el crimen organizado: la guerra civil o la política. La segunda es la opción.
PELOS DE PUNTA
Hablando de política, ayer se realizaron en el país los comicios internos en el Partido Acción Nacional (PAN), para renovar la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional. Los candidatos fueron Ricardo Anaya, ex coordinador de los diputados federales, y el senador con licencia, Javier Corral Jurado. Aunque fueron convocados a las urnas casi medio millón de militantes panistas, las elecciones en realidad fueron un mero trámite para legalizar la tendencia que ya se conocía: Anaya González será el dirigente nacional del blanquiazul.
No sólo porque los sondeos lo daban anoche —hasta el momento de cerrar esta columna— como el ganador de la contienda interna, sino porque tuvo a su favor la estructura partidista, pues es impulsado por el líder saliente, Gustavo Madero.
En Veracruz poco más de 30 mil panistas fueron convocados a las urnas y al parecer también Anaya se impuso sobre Corral Jurado. Los detalles se conocerán formalmente este lunes cuando se tengan los conteos de todas las casillas instaladas. Empero, hay que destacar una situación particular que se dio, pero sin mucho efecto para tratar de elevar la votación del Senador chihuahuense y es que desde Palacio de Gobierno en Xalapa fluyeron recursos para apoyar a Corral Jurado por mediación del ex dirigente estatal, Alejandro Vázquez Cuevas, uno de los panistas más fidelistas.
Obvio, el respaldo no fue porque Vázquez Cuevas, Javier Duarte o el impresentable ex gobernante comulguen con las ideas del senador Corral, sino por tratar de hacer que Anaya Cortés perdiera la votación en la entidad porque la corriente yunista, no sólo apuntala a Ricardo Anaya, sino que de llegar éste a la dirigencia nacional del PAN es un hecho que Miguel Ángel Yunes Linares será el candidato a la gubernatura en el 2016.
Asustados, los fidelistas repartieron billetazos para tratar de revertir tal posibilidad, para hacer perder a Anaya González, aunque sea en la aldea, pero no lo lograron.
Por cierto, Yunes Linares no será coordinador de la fracción legislativa de su partido en San Lázaro, como se ha especulado, pues sólo estará algunos meses en ese recinto, al que llega por la vía plurinominal, antes de regresar a la entidad para el proceso electoral del año próximo. Pero si será, según el mismo lo ha anticipado, un “dolor de cabeza” para el actual gobernante en turno desde la tribuna parlamentaria.
Es más, ayer mismo lo adelantó en una declaración y hoy lo desmenuzará en una conferencia de prensa en la capital del estado, donde dirá algo que pondrá los pelos de punta al mandatario local, Javier Duarte de Ochoa y a la fidelidad misma, porque ejercerá la potestad de presentar iniciativas de ley en el Congreso veracruzano. Hay que recordar que los diputados federales tienen esa facultad constitucional de convertirse en gestores de iniciativas de ley en legislaturas estatales. Ahí pondrá a sudar a más de uno, ya lo verán, no porque vayan a prosperar esas iniciativas, sino porque tocarán temas de corrupción que exhibirán a los funcionarios en el poder.
EL REJEGO
En el mismo tema legislativo, ayer domingo presentó su último informe de actividades el diputado federal por el Distrito de Xalapa, Uriel Flores Aguayo. ¿Por qué se destaca esto?. Porque de los 28 legisladores veracruzanos en San Lázaro —21 de mayoría relativa, es decir electos por cada distrito, seis plurinominales y Manuel Rafael Huerta Ladrón de Guevara que es diputado por el Distrito 2 de la Ciudad de México, pero originario de Xalapa—, Uriel es uno de los dos parlamentarios que han realizado un trabajo digno y a favor de sus representados.
Es un caso raro, Flores Aguayo no sólo ha gestionado recursos millonarios para la realización de obras en Xalapa, sino que mantuvo la congruencia de no votar a favor de las reformas estructurales que despojan al pueblo del patrimonio energético o de sus derechos laborales, además de comportarse como un legislador sin ostentación de lujos y sin lucro con el cargo. Sólo él y el diputado Huerta Ladrón de Guevara se han ocupado de temas importantes de Veracruz, han denunciado la corrupción y han alzado la voz a favor de estudiantes, maestros, obreros, indígenas, activistas y por supuesto, periodistas.
Y bueno, a excepción de Flores Aguayo y Huerta Ladrón de Guevara, ¿qué se puede decir de los demás diputados federales que están por salir?. La región Centro del estado tiene seis legisladores —tres por mayoría relativa que son los hermanos Leticia y Tomás López Landero de Córdoba y Zongolica, respectivamente, Juan del Bosque por Orizaba, Víctor Serralde, o cómo se llame en realidad, por Huatusco; y los plurinominales, el cordobés Juan Bueno Torio y el orizabeño Ricardo Aldana Prieto—.
¿Alguien recuerda algo bueno que hayan hecho estos señores, alguna obra pública importante que hayan gestionado o algún pronunciamiento contundente que hayan hecho en el caso de la violencia o los atropellos que padecen los ciudadanos de la región? Nada, al contrario, todos traicionaron al pueblo al alzar la mano para aprobar las reformas lesivas que privatizarán Pemex, la CFE, que quitaron derechos laborales a los maestros, y que elevarán la pobreza, la inmigración y obvio, la delincuencia en los años venideros, al despojar a los ciudadanos de oportunidades para salir adelante y superar las condiciones de necesidad.
Pero retornando al tema del perredista, lo único que hay que reprocharle a Flores Aguayo es que ha sido rejego para salirse del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que se pudrió desde hace tiempo y sumarse a las filas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que hoy en día es la opción de la izquierda mexicana. El diputado Manuel Huerta, también electo por el PRD, tiene varios meses que renunció al sol azteca para adherirse al proyecto de Morena, pero Flores Aguayo sigue ahí, en ese satélite del tricolor.