MÉXICO, DF.- De las 22 personas que fueron abatidas por elementos del Ejército en Tlatlaya hace un año, 11 fueron prácticamente fusiladas, otras cinco murieron realizando “maniobras instintivas de defensa” y del resto no se menciona que hubieran disparado contra los militares, publicó La Jornada.
Apoyado en peritajes de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM) y de la Procuraduría General de la República (PGR), el periódico destaca que las armas de tres de los fallecidos dentro de una bodega en ese municipio mexiquense, estaban descargadas.
De acuerdo con dichos peritajes, en ese enfrentamiento, los militares realizaron al menos 160 disparos y los supuestos delincuentes 12.
Además, los militares impactaron 60 de esos disparos en la zona toráxica de las víctimas. En los documentos oficiales a que tuvo acceso La Jornada se menciona también que algunos militares dispararon a corta distancia a varias de las víctimas y que casquillos de los cartuchos percutidos quedaron a escasos 70 centímetros de los cadáveres.
Dichos peritajes determinaron también que los militares utilizaron en esa ocasión un fusil al que le borraron la matrícula y otra arma de la cual no se precisó su origen.
La Jornada informó a sus lectores que los peritajes sobre la matanza en Tlatlaya los obtuvo mediante una solicitud de información pública.
El 17 de septiembre de 2014, Proceso, de manera simultánea con la revista Esquire, publicó un reportaje del periodista Pablo Ferri Tórtola en el que se da cuenta de las declaraciones de una de las tres sobrevivientes de la balacera ocurrida el 30 de junio en Tlatlaya.
La testigo ofreció una versión muy distinta a la difundida por el Ejército y la Procuraduría General de la República, en el sentido de que los militares abatieron a esas personas en “legítima defensa”.
Según la mujer, 21 de esos individuos fueron fusilados aún cuando ya se habían rendido.