Buenos aires.- Los sindicatos de transportistas argentinos lograron su objetivo: paralizaron el país con una huelga que entre sus afiliados tuvo un seguimiento del 100 por ciento, según sus datos. Los sindicalistas organizaron cortes en las entradas de las principales ciudades, en especial en Buenos Aires, la capital y centro de todo el debate político, y provocaron enormes colas de coches en los alrededores y una imagen del centro prácticamente vacío, como un día festivo. No hubo trenes, ni metro, ni autobuses, ni aviones, aunque colegios, hospitales y comercios sí estaban abiertos.
La huelga, en plena campaña electoral, tiene un claro contenido político contra el Gobierno de Cristina Fernández pero también es un aviso, según los propios sindicalistas, al próximo Ejecutivo que tomará posesión en diciembre. Ante la posibilidad de un ajuste similar al de Brasil, los sindicatos hacen una exhibición de fuerza y demuestran que pueden parar el país cuando quieran. “El paro se da ahora, pero será una fuerte señal hacia adelante entre quienes tengan que administrar y vean cuál es la capacidad y la posibilidad de acuerdos en la futura gestión”, señaló Juan Carlos Schmid, líder de la Confederación de Trabajadores del Transporte. Schmid dejó claro el gran problema de fondo que está provocando huelgas sectoriales en todo el país: la inflación, que roza el 30 por ciento. Los sindicalistas luchan por subidas salariales superiores al 27 por ciento de tope que ha puesto el Gobierno.
Esta es la quinta huelga que sufre la presidenta en este último mandato, el más conflictivo de todo el kirchnerismo y en plena campaña electoral, cuando quedan pocos días para el cierre de las listas definitivas, en las que se sabrá si la propia presidenta es candidata a diputada o se queda fuera.