México, D.F.- El miedo no se ha ido y así lo muestran los rostros de cientos de empleados de Pemex que ayer regresaron a su centro de trabajo.
Pasaron seis días de la devastadora explosión, y el azoro y la tragedia aún estremece el ánimo de los más de ocho mil trabajadores de Petróleos Mexicanos, que ya se encuentran en este complejo, abierto para su operación en 1982, y que alberga el segundo rascacielos más alto de la ciudad de México.
Julieta Saldivar, trabajadora de Pemex, no duda en afirmar que aún tiene miedo de volver a su lugar de trabajo, y pide a sus compañeros tener mayor precaución. Echa una mirada a su alrededor y permanece unos instantes callada. Sabe que los accidentes “no nacen se hacen”.
Tiene dudas por lo ocurrido, pero confía en la versión de las autoridades y los especialistas sobre las causas de la explosión. “Ellos son los que saben”, afirma.
Muchos más como ella se presentaron a trabajar con temor, nerviosismo e incertidumbre. Gabriela Delgadillo siente el mismo terror, pero ella no cree en que la acumulación de gas en el sótano haya provocado el colapso del edificio B2. Es escéptica de la versión oficial, pero aún así trata de seguir adelante con sus responsabilidades en la paraestatal.
El director de Pemex, Emilio Lozoya espera en la puerta principal a sus compañeros de trabajo. A muchos de ellos les da la bienvenida. Les da la mano y los conmina a seguir adelante. Se toma un tiempo para hacer un nuevo recorrido por zona afectada por la explosión y no logra borrar la expresión de asombro por lo ocurrido.
Aún así, asegura que se tienen condiciones de seguridad para trabajar, y que no existe ningún riesgo de que un evento como el del jueves pasado pueda volver a ocurrir.
Unos tres mil trabajadores de la torre B1 y B2, aún esperan ser reubicados. Muchos de ellos llegaron para recibir instrucciones. El silencio domina en el lugar. El luto sigue vigente por las 37 personas que murieron por la explosión de ese fatídico 31 de enero.
Agencias