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INDIGNACIÓN.

Superiberia

Sustantivo femenino, que de acuerdo al Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007; Larousse Editorial, S.L., tal acepción se describe como, “Sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial”, ahora bien etimológicamente proviene del latín “indignatio”, que puede traducirse como “irritación y enfado ante un hecho o situación que se considera indigno”.

 

Ante los sucesos de aparición de víctimas incuestionablemente inocentes, que por respeto prefiero omitir, pues de sobra los conocemos y sufrimos los veracruzanos, aún y cuando sistemáticamente se pretendan ocultar y negar, es casi imposible que una persona que se indigna no refleje dicha emoción ya sea física o verbalmente, por lo hemos decidido hacerlo en éste medio considerando que permea en la sociedad con transparencia y eficacia, como reacción espontánea contra algo que consideramos inaceptable, infringido a un pueblo que además de saqueado, hoy se nos pretenda aterrorizar, aún más, considerando que la ciudadanía en su conjunto, tenemos la llave para luchar contra la inseguridad, partidocracia, corrupción política, el control de los grupos de poder ya sea económico, criminal o mediático, y que están haciendo que las personas de a pie, vean la vida con desesperanza de oportunidades, menoscabados sus derechos fundamentales como seguridad, educación o salud. Lo acontecido sorprende y paraliza, es un dolor que no se le desea a nadie, en mí, no tengo ningún otro sentimiento que el de indignación, espejo de una emoción social generalizada, con la inacción oficial, indiferencia, negligencia, cuando menos ineficacia, pretendiendo no considerar el fantasma de la complicidad, de lo que se ha dado cuenta cabal en las redes sociales, con etiqueta, nombre y apellido, hemos perdido la capacidad de asombro por la cotidianeidad de las pesadillas que se hacen realidad, no pude surgir otro sentimiento, ni opinión que expresar, con impotencia y dolor, que como Padres vivimos aterrorizados y con miedo por la seguridad de nuestras familias, las vidas segadas sin motivo, ni justificación, cualquiera que hayan sido los porqués o los responsable, son actos de cobardes, seres inhumanos que no tienen ningún valor, código o principios, engendros malignos que muchos estaríamos decididos a enfrentar en todos los niveles sociales, ocultos por medrosos y poco hombres, que ofenden a la raza humana, incluso a algunos que podrían ser considerados delincuentes.

 

Reconozco la sensibilidad de ciertos políticos y el valor de otros en la función pública, hoy los menos, que reconocen los acontecimientos; reprobando sin lugar a dudas a quienes pretenden sacar ventaja utilizando el dolor ajeno, de tan incalificables hechos, en los que, las redes sociales se han convertido en el testigo más fiel y confiable, que demuestra el enfrentamiento frontal de la sociedad, ante los órganos de prevención, procuración y administración de justicia del Estado por la inseguridad en que “vivimos”, lo más reclamado, aplaudiendo a quienes han decidido manifestarse u organizadamente multitudinariamente, en y con los medios a nuestro alcance participaremos, en las calles o en las plazas ¡ya basta!, de impunidad, oscurantismo e incapacidad. El Veracruz de antaño, añorado por quienes tenemos la edad para recordarlo como era; la bamba y las décimas jarochas en los restaurant de mariscos, acompañados por bailadores; los caldos, las botanas, las conchas y tornillos bien frías de espumante cerveza de barril en los Portales, con vista de la Plaza de Armas asistidos de música afro caribeña, artistas y poetas; la algarabía de marinos demandantes de charanga y pandereta; trabajadores del muelle curtidos por el sol y endurecidos por el esfuerzo del trabajo, personajes folclóricos como Estanislao con su tubo, Perlita, doña Gude y tantos otros, que entrada la noche le daban vida al centro del Puerto, con el ojo crítico de los “fresas” acuartelados en el Hotel Diligencias; la misa matinal de la Parroquia y las confesiones en la sacristía, devotos del Sagrado Corazón de Jesús y la Guadalupana; amantes de los cafés La Parroquia, La Merced, El Catedral, en los que se realizaban los negocios, nos enterábamos de los aconteceres (chismes), se solucionaban entuertos, se enderezaban jorobados y componía el mundo, jarochos de espíritu burlón incluso de nosotros mismos y de alma inquieta, forjadores de nuestros destinos por esfuerzo, con respeto y dedicación, buscando el desarrollo y festejando nuestro día, consientes del infalible mañana.

 

No perdamos de vista otros Estados del País, éste y ningún otro sentimiento y el hartazgo social, se ha manifestado en enojo generalizado y el levantamiento de los pueblos más pacíficos, por los actos ofensivos e injustos, despertando ira, cólera e irritación.

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