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La canción del mar

Superiberia

Cuentan las leyendas de la vieja Irlanda que los selkies eran seres con apariencia de foca que se transformaban al tocar la tierra en hombres y mujeres de fantástica belleza, y que tenían el poder de entonar una canción mágica que lograba liberar a las criaturas mágicas que la maléfica Bruja de los Buhos había convertido en piedra, la canción del mar. A Ben, un niño, esas leyendas se las contaba su madre, que ya no está, razón por la cual él y su hermana Saoirse se han ido a vivir a la ciudad. Pero cuando ambos deciden volver a su casa junto al mar, Ben descubrirá que las leyendas pueden ser verdad, tan verdad como que su hermana pequeña es… una selkie.

 

Acercarse a La canción del mar tiene mucho de ser un niño y girar en tus manos algo sorprendente y bello, algo nuevo, algo que a todos los demás, y hablamos de los adultos, puede ser que no les pareciera gran cosa, pero que en nuestras pequeñas manos es más fascinante a cada giro que realizamos. Es también como una noche de cuentos, cuando las historias te envolvían y todo a tu alrededor se hacía mágico. 

 

Y es, por último, como una gran ilustración que se mueve ante nosotros y que nos atrapa con su belleza y simplicidad.

 

La pujante animación por ordenador nos suele mostrar aventuras fantásticas que parecen reales gracias a la cantidad de detalles que nos muestran en cada escena, con lo cual tan sólo tenemos que sentarnos y disfrutar, porque sería difícil que nuestra imaginación pueda superar lo que estamos viendo. Tomm Moore, el director de La canción del mar, nos propone un viaje donde la imaginación, la fantasía y la belleza gráfica nos atrapen y nos obliguen a ser parte de la película, a imaginar con ella, a asombrarnos como nos asombraban los primeros cuentos.

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